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XXIV Y XXV JORNADAS DE TEATRO DEL SIGLO DE ORO In ...

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Juan Matas Caballero<br />

Mudo, y su vaticinio de la suerte que va a sufrir el reino gobernado por el Príncipe<br />

tirano (vv. 690-97).<br />

La presencia de estas figuras, tanto la del Mudo como la del Reino, reflejan la<br />

contienda interna que se observa en la obra entre el fatum o destino irrevocable e<br />

inmutable y la libertad del ser humano de intentar evitar con la ayuda de dios el<br />

cumplimiento de tal suerte adversa. La presencia del Mudo y de la Figura del reino<br />

debería haber servido para evitar la elección del Príncipe tirano como rey, pero, al<br />

no haber sido así, se limitó a ser tan sólo una advertencia y un agüero de la suerte<br />

fatal que va a sufrir el reino de Colcos. 35<br />

Tiranicidio<br />

La inclinación de Cueva a favor del tiranicidio se evidencia de forma rotunda<br />

desde el momento en que Licímaco, que es la figura que ha podido encarnar simbólicamente<br />

la doctrina del secretario florentino, y su privado Ligurino son asesinados.<br />

No se trata de dos muertes injustas como las que cometió el Príncipe tirano,<br />

sino que encuentran plena justificación precisamante por el ejercicio de poder de<br />

Licímaco, que ha violado totalmente el juramento de su coronación, pues no ha<br />

respetado ni las leyes divinas ni las humanas, no ha cumplido la máxima de una<br />

justicia igual para todos y ha ejercido la codicia y la crueldad con sus súbditos. El<br />

carácter simbólico del juramento implicaba que si el Príncipe incumplía lo prometido<br />

en el rito de la coronación, sería castigado por dios (el rayo justiciero de Júpiter)<br />

y sería enviado al infierno sirviendo su muerte de ejemplo.<br />

Lascivia<br />

La actuación del Príncipe Licímaco, en su afán de ser temido, tampoco coincide<br />

totalmente con la recomendación de Maquiavelo, para quien el príncipe puede<br />

ser temido, pero no debe ser odiado, para lo cual debe abstenerse “de usurpar las<br />

haciendas de sus súbditos y arrebatarles sus mujeres” (p. 79). Licímaco no sólo será<br />

temido sino que también terminará –como, por otra parte, él mismo anhelaba–<br />

siendo odiado por todos sus súbditos, con lo que el maquiavelismo que caracteriza<br />

al protagonista se ha transformado en un claro discurso antimaquiavélico en la<br />

tragedia El Príncipe tirano, plasmado en su continuo ejercicio de la crueldad y en<br />

35 Se puede establecer una relación entre esta Figura del reino y las figuras de España y del Duero<br />

en La Numancia de Cervantes, que eran dos figuras alegóricas que advertían de lo que iba<br />

a suceder y que, finalmente, se cumplió aunque no fuera sólo por voluntad del fatum, sino<br />

por la libre decisión de los numantinos. Esas figuras tenían una función similar a la del Coro<br />

trágico y sirvieron para relacionar el pasado legendario de Numancia con la España de fines<br />

del XVI.<br />

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