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XXIV Y XXV JORNADAS DE TEATRO DEL SIGLO DE ORO In ...

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Francisco Alberola<br />

Santillana: “La ciencia no embota el fierro de la lanza, ni face floja el espada en la mano del<br />

caballero”. Nuestro Siglo de Oro de las letras y las artes lo fue también de las armas.<br />

Con el término jugar las armas debemos entender que en primer lugar nos<br />

referimos a armas blancas, y en segundo, que la palabra juego hay que contemplarla<br />

como semilla o germen que el autor deposita en esa línea del texto , indicando<br />

que allí existe un detonante en forma de conflicto que los intérpretes tendrán que<br />

resolver de la mejor manera posible, sin posibilidad de otro final que el propuesto<br />

por el mismo autor.<br />

Los autores del teatro del Siglo de Oro nos van a legar numerosa obra escrita.<br />

En esas comedias, hay escenas de armas de muy distintos estilos, siendo diferentes<br />

porque los lances que se plantean son variados y heterogéneos; también depende<br />

del autor, de que conozca mejor o peor el mundo de las armas o/y que el mismo<br />

autor desee o no explayarse mas o menos con la escena en cuestión; igualmente<br />

condiciona que los personajes que se enfrentan sean bravos, melifluos, apocados,<br />

valentones, galanes, sirvientes y lacayos, soldados, padres viejos,…; y por supuesto<br />

las circunstancias ambientales y vitales de los personajes (Segismundo encerrado de<br />

por vida en la torre, se mostrará más próximo a estrangular con sus brazos, o a agarrar<br />

y luchar cuerpo a cuerpo que a tirar de armas); por último, será estrictamente<br />

necesario que un personaje determinado pueda empuñar un arma en concreto y<br />

otra no, de la misma manera que ese mismo personaje podrá batirse con otro de<br />

su registro social, pero no con otro de rango inferior o superior, normalmente. De<br />

todas maneras, el juego de armas en el teatro del Siglo de Oro aporta un matiz<br />

dimensional a los personajes, ya sean de obra cómica o trágica . Si trágica les da profundidad,<br />

pues el arma es objeto con el que matar o ser muerto, y esto es jugarse<br />

la vida; si cómica, les impregna con un rasgo de infantilismo (ese desenvainar casi<br />

sin motivo, sobre todo por la dama), de inmadurez, de banalidad.<br />

Queremos hacer referencia en esta exposición a unas cuantas (ciertas) comedias<br />

del siglo XVII, y un poco más especialmente a estas de Lope de Vega: El<br />

caballero de Olmedo y Fuenteovejuna; de Calderón, La vida es sueño y El alcalde de<br />

Zalamea, y la de Tirso, El burlador de Sevilla. Muchas otras podrían acompañar este<br />

escasa lista, más hemos creído conveniente centrarnos en estas más conocidas de<br />

nuestro teatro áureo. Cada una es única y especial, y en cada una de ellas el autor<br />

ha volcado fragmentos que, irremediablemente, con las armas se han de resolver.<br />

Por las escenas transitaremos persiguiendo, verso a verso, las acciones de los personajes,<br />

y alrededor de estas comedias picotearemos en otras que por su cualidad<br />

nos brindan acción armada ejemplar y paradigma de algún aspecto de los muchos<br />

que conforman una escena de armas.<br />

En un análisis esgrimístico de una escena de acción tendremos en cuenta lo<br />

siguiente: qué armas se utilizan, en qué momento, cómo se utilizan, en dónde y por<br />

quién. Estos parámetros nos encuadran en la acción, en la estrategia a seguir, y por<br />

supuesto en el objetivo a conseguir. Un arma, sea cual sea, puesta en el escenario<br />

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