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XXIV Y XXV JORNADAS DE TEATRO DEL SIGLO DE ORO In ...

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Juan Matas Caballero<br />

1026). Calcedio se autoinculpa al reconocer que merece el castigo que recibe por<br />

no haberlo impedido cuando pudo (p. 266, vv. 1761-62), tal vez en clara alusión<br />

a su postura, en la comedia, a favor del perdón del Príncipe por sus asesinatos o,<br />

en la tragedia, cuando no supo o no quiso hacer caso de las señales divinas que,<br />

representadas por el Mudo y la Figura del Reino, pronosticaban las desgracias que<br />

padecería Colcos tras la coronación de Licímaco. Esta alusión permite unir de nuevo<br />

la intriga del poder y del honor.<br />

Juan de la Cueva ha ido acumulando todos los crímenes y tropelías del Príncipe<br />

hasta el final de la obra, con lo que también se han ido incrementando todos<br />

los odios y deseos de justicia contra el tirano. Sin embargo, la gota que colmó el<br />

vaso fue el deseo de gozar a Teodosia y Doriclea. El gusto de Cueva por resaltar los<br />

caracteres femeninos, dotados de fuerza dramática, de integridad moral, se tradujo<br />

en que ellas fueron las encargadas de defenderse de las malsanas intenciones de<br />

Licímaco con su muerte: la tiranía del Príncipe sólo podía solucionarse con el tiranicidio.<br />

40 La dimensión política que adquiere el asesinato de Licímaco se acentúa<br />

cuando Teodosia también mata a su privado Ligurino, pues con ella también se<br />

libera el reino de Colcos de la tiranía.<br />

La muerte del Príncipe no se ha visto en escena, pero Teodosia y Doriclea<br />

salen confesando que lo han matado. Así, en esta ocasión, Cueva no ha resuelto el<br />

conflicto acudiendo a ninguna fuerza sobrenatural que interviene en el problema<br />

de los humanos, sino que son éstos los que han llevado a cabo su propia liberación,<br />

aunque haya sido después de un conjuro colectivo de invocación a los dioses. Estas<br />

dos mujeres han sido las que han interpretado en la práctica el aliento divino de<br />

ajusticiar al tirano.<br />

De esta forma, las mujeres se convierten en las liberadoras de todo el reino y,<br />

por supuesto, en las salvadoras de su honor (vv. 1795-98). 41 Además, están dispuestas<br />

a la autoinmolación, pues su muerte será vida loable, por la fama póstuma, del<br />

hecho realizado: matar a un tirano, mantener su honra (1811-14). Su acción heroica<br />

y liberadora se extiende incluso a Ligurino quien, al amenazarlas mortalmente por<br />

haber asesinado al Príncipe, es matado por Teodosia (1815-20), con lo que han sido<br />

asesinados el Príncipe tirano y su cómplice. Por su acción liberadora y catártica se<br />

40 Hay una expresión ambigua del Príncipe que puede tener una función simbólica: se trata del<br />

momento en que el Príncipe detiene sus requiebros hacia Doriclea y Teodosia y dice que<br />

ellas “acaben” de “acabarme” (1691-94) que, por un lado, expresa su voluntad de que ellas<br />

satisfagan su deseo sexual y, por otra, el dramaturgo usa esa expresión para adelantar el<br />

desenlace del Príncipe que morirá a manos de las dos mujeres (ese verbo permite unir, por<br />

lo tanto, la causa sexual con la política).<br />

41 Como señaló A. Robert Lauer (Tyrannicidie and Drama, op. cit., pp. 81-82), al ser cometido<br />

el tiranicidio por dos mujeres que defendían su honor, la causa es moral y por eso también<br />

son perdonadas moralmente, como decía Séneca, la conducta, y no el título, es lo que está<br />

siendo juzgado.<br />

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