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XXIV Y XXV JORNADAS DE TEATRO DEL SIGLO DE ORO In ...

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Juan Matas Caballero<br />

Fui a los Archivos, qual, señor, mandaste,<br />

Del gran templo de Marte y con violencia<br />

Los abrí de la suerte que ordenaste.<br />

Tomé todos los libros, y en presencia<br />

Del pueblo, que ya junto me cercava<br />

Alterado en confusa competencia,<br />

Y al fuego ardiente ante sus ojos dava<br />

Las essempciones, libertades, fueros<br />

Y sus franquezas en la llama echava.<br />

(...)<br />

Vieras aquí crecer el desatiento<br />

Viendo de Marte arder el sacro templo<br />

Y emprenderse en estatua y ornamento.<br />

(pp. 234-35, vv. 725-754)<br />

La acción simbólica de quemar el templo de Marte evidencia el deseo del Príncipe<br />

de no cumplir ni respetar las leyes humanas ni divinas, como, por otra parte, le había<br />

pedido su propio padre. La quema del templo de Marte simboliza su deseo de que<br />

no haya más ley que la suya ni más veneración ni adoración que la que se haga a él<br />

mismo, con lo que se evidencia, por una parte, que la forma de gobierno ha cambiado<br />

totalmente, pues se ha pasado de la monarquía ejercida por su padre a la tiranía del<br />

Príncipe y, por otra, su intención de no reconocer ninguna autoridad que no sea la<br />

suya, suplantando incluso a la propia divinidad. De hecho, más adelante, el Príncipe<br />

ratificará su convicción de ser adorado como si se tratara del propio dios:<br />

Entienda el mundo que á de ser mi nombre<br />

No menos que deydad reverenciado,<br />

Y qu’ en cualquiera parte que se nombre<br />

An de temer como de Iove ayrado<br />

(p. 243, vv. 1031-34).<br />

En varias ocasiones, se observa cómo el Príncipe adopta una actitud de descreencia<br />

e, incluso, de irreverencia ante la divinidad. Así, por ejemplo, ironiza sobre<br />

el deseo del Rey de que le den muerte al Príncipe o que caiga sobre él el castigo<br />

de Júpiter: “D’ esso tiene el gran Jupiter cuydado / Y lo trae noche y día desvelado”<br />

(1293-94). O cuando de forma mucho más irreverente y sacrílega, reafirma su poder<br />

absoluto que no puede ser desobedecido ni puede tener límite alguno ni en la<br />

tierra, ni en el cielo ni en el infierno: 9<br />

9 Se trata, por otra parte, de una actitud que parece guardar cierto paralelismo con la de Don<br />

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