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XXIV Y XXV JORNADAS DE TEATRO DEL SIGLO DE ORO In ...

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El poder en la tragedia El Príncipe Tirano de Juan de la Cueva<br />

das de la práctica de Licímaco. Como decía Robert Lauer, en el terreno moral el<br />

padre de Licímaco es el verdadero Rey, y su hijo, a pesar de su título, es un tirano. 24<br />

Si el Príncipe actuaba siempre con la intención de beneficiarse personalmente y<br />

pretendía satisfacer exclusivamente sus intereses egoístas sin atender a ninguna otra<br />

consideración, el Rey anteponía el “general provecho” para la res publica (p. 220,<br />

v. 308); si el Príncipe actuaba dominado por sus instintos y por sus bajas pasiones<br />

y actuaba de forma injusta e imprudente, sometiendo al pueblo bajo su yugo, 25 el<br />

Rey, siguiendo la enseñanza estoica, actuaba guiado por la razón y la justicia, como<br />

aconsejaba proceder a su hijo a propósito de su sentencia sobre el caso planteado<br />

por Aranto: “Hijo, assi deves juzgar, / No movido de passion, / Mas de justicia y<br />

razon, / Qu’ en el rey no an de faltar” (p. 218, vv. 242-45), y ejercía el poder de<br />

forma prudente y justa, respetando la libertad de sus súbditos, como reconocía<br />

Gracildo (p. 224, vv. 408-9). Cueva realza el valor positivo del ejercicio del poder<br />

del Rey con la paronomasia “rey” – “ley”, que funciona como un símbolo léxico<br />

que enfatiza el respeto del rey a las leyes humanas y divinas:<br />

Qu’ es ley justa y manda al rey<br />

No ser rey o dexar verse,<br />

Porquel rey no a de absconderse<br />

Pues es alma de la ley.<br />

(p. 214, vv. 86-89)<br />

El Príncipe ha sido calificado de forma universal como un rey tirano, 26 inhumano<br />

e inclemente, 27 a diferencia del Rey que era presentado como un gobernante<br />

humano y clemente, que estaba al servicio de su pueblo al que impartía justicia<br />

igual para todos de forma piadosa. Así se pudo demostrar cuando abrió sus puertas<br />

24 A. Robert Lauer, Tyrannicide…, op. cit., pp. 81-82.<br />

25 Así lo declaraba Gracildo: “Oy cumple su desseo Fortuna avara; / Oy del potente reyno se<br />

retira / La libertad; oy se verá oprimido / Y a la serviz el yugo sacudido” (p. 224, vv. 406-09).<br />

También lo vaticinaba el Maestresala: “Oy damos la libertad / A vn tirano; oy nos ponemos /<br />

Al yugo; oy nos sometemos / A toda inhumanidad”, p. 227, vv. 498-501). Y la propia Figura<br />

del Reino sentenciaba su padecimiento sin libertad: “Y atado qual me poneys / A este yugo<br />

trabajoso” (p. 231, vv. 648-49).<br />

26 En efecto, prácticamente todos los personajes de la obra, excepto su privado Ligurino, calificaron<br />

al Príncipe Licímaco como un “tirano” y su forma de ejercer el poder como una “tiranía”:<br />

Cratilo (p. 224, v. 389), el Rey (p. 246, v. 1119; p. 247, v. 1151), el Paje (p. 247vv. 1164-66),<br />

Teodosia (p. 263, v. 1660).<br />

27 El carácter inhumano de Licímaco por su crueldad e inclemencia también fue señalado por<br />

todos los personajes. Esta descalificación se relaciona obviamente con su naturaleza infernal<br />

que también ha sido destacada por la mayoría de sus víctimas. Así lo llaman Cratilo (p. 224,<br />

v. 387), el Maestresala (p. 227, v. 501) y el Rey (p. 251, v. 1286).<br />

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