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XXIV Y XXV JORNADAS DE TEATRO DEL SIGLO DE ORO In ...

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Juan Matas Caballero<br />

a Aranto para que le contase cuál era su problema y la forma que tuvo de resolverlo.<br />

Esta escena tiene un evidente valor simbólico, pues refleja el ejercicio del poder<br />

del Rey. Se trata de una anécdota que viene a ser similar a las facecias, cuentos<br />

o ejemplos –como los de El Conde Lucanor– que sirven para extraer una lección<br />

moral o doctrinal, que, en este caso, trata sobre la concepción y práctica del poder.<br />

La escena abarca los vv. 66-245 (pp. 213-18) de la primera jornada y se produce<br />

justo cuando el Rey está hablando a su hijo el Príncipe al que comunica que le va<br />

a ceder la corona y el cetro (iconos o símbolos por antonomasia del poder real), 28 y<br />

está aconsejándole al respecto. En ese momento, el Paje los interrumpe porque tres<br />

hombres y una mujer reclaman la presencia del Rey, quien demuestra su talante<br />

político ordenando al Paje que los deje entrar; él no sólo les da “licencia” sino que<br />

les abre su corazón, pues sería inhumano no atenderlos (vv. 74-81). El talante del<br />

Rey se demuestra entrañable y siempre al servicio del pueblo, al que sirve de forma<br />

cariñosa, paternal, diciéndole que hable “sin temor alguno” y su disposición a darle<br />

“justicia y clemencia” (p. 214, vv. 94-97), y Aranto ratifica ante la concurrencia la<br />

“buena fama” como hombre virtuoso que goza el Rey (vv. 98-101). Por el contrario,<br />

el Príncipe también testimonia su diferente conciencia del poder, pues aconseja<br />

al Rey que los mande al Consejo y así no les moleste ninguna pesadumbre ajena<br />

(vv. 82-83), con lo que se evidencia su egoísmo a la hora de la administración del<br />

poder.<br />

Aranto plantea cuál es el problema: su hija, por su cuenta, se ha casado con<br />

Licedio, mientras que él mismo quería casarla con Emilio. Pide al Rey que determine<br />

a quién se debe dar por esposa, con la condición de que, si se la da a Licedio,<br />

el padre la desheredará. 29 El Rey deja que cada uno de los implicados –padre, hija,<br />

marido y pretendiente– dé su parecer sobre el caso, con lo que demuestra su talante<br />

justo al mostrarse dispuesto a oír todas las opiniones. Si la escena expresa una<br />

importante carga simbólica, la solución propuesta por el Rey también refleja en sí<br />

misma un evidente valor simbólico, pues, de forma semejante a la tópica imagen<br />

que representa la Justicia como una mujer ciega, decide que tapen los ojos a Lucila<br />

con una venda y que el hombre que escoja de los dos que la disputan, Licedio y<br />

Emilio, sea su marido. La elección fortuita de Licedio ratificó su voluntaria decisión.<br />

El Rey dice a Aranto que desherede a Lucila (trescientos ducados) por haberle<br />

desobedecido, pero que la entregue a Licedio, y él mismo la dotará con tres mil<br />

escudos de oro.<br />

28 Véase A. Hermenegildo, “Iconos, símbolos y reyes: de Cueva a Lasso de la Vega”, en El escritor<br />

y la escena. IV Estudios sobre teatro español de los Siglos de Oro. Homenaje a Alfredo Hermenegildo,<br />

IV (1996), pp. 17-25.<br />

29 Puede observarse cómo Juan de la Cueva recrea un tema que será muy frecuente en la comedia<br />

nueva, el del enfrentamiento entre padre e hija por la elección del marido de ésta.<br />

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