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XXIV Y XXV JORNADAS DE TEATRO DEL SIGLO DE ORO In ...

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Conclusión<br />

Juan Matas Caballero<br />

El teatro del último cuarto del siglo XVI, y concretamente el de Juan de la<br />

Cueva, es un teatro que puede denominarse manierista, en el sentido de tratarse<br />

de una obra que se sitúa en plena transición entre el Renacimiento y el Barroco. 44<br />

Los autores de este periodo participan especialmente de la búsqueda de nuevas<br />

fórmulas dramáticas que perfeccionan la heredada práctica teatral. Además de su<br />

coincidencia cronológica, hay una serie de rasgos en la dramaturgia de Cueva, y<br />

lógicamente en El Príncipe tirano, que subrayan su carácter manierista. El estudio de<br />

cualquier aspecto de la mencionada pieza teatral difícilmente podría hacerse sin<br />

mencionar siquiera su carácter manierista.<br />

Juan de la Cueva no pudo sustraerse al común intento del grupo de dramaturgos<br />

del último cuarto del siglo XVI de recuperar y adaptar la tragedia a la escena de<br />

su tiempo, ni a su pretensión de diferenciarla teóricamente de la comedia. Fruto de<br />

tal aventura fue la clasificación que él mismo ofreció de sus catorce piezas teatrales<br />

en diez comedias y cuatro tragedias, perteneciendo a ambos grupos la doble pieza<br />

homónima de El Príncipe tirano. Tanto esfuerzo teórico y práctico no se tradujo, paradójicamente,<br />

en unos resultados diferenciadores, pues el sevillano concluyó que<br />

“el Trágico y el Cómico / es uno ya, y una cuenta / (...) / assi, que ya es todo uno”, 45<br />

dejando margen tan sólo para una simple distinción: “¿en qué? En que siempre en<br />

la Tragedia mueren, / un fin della esperando dolorido; / en la Comedia muerte no<br />

ay qu’ esperen”. 46 En efecto, la comedia y la tragedia de El Príncipe tirano pueden<br />

considerarse una doble pieza teatral, que escenifica el mismo tema del poder político,<br />

siendo la segunda continuación de la primera, y coincidiendo, por lo tanto,<br />

todos los rasgos esenciales de ambas.<br />

Tal vez la división bastante artificial entre comedia y tragedia pudo responder<br />

a la voluntad de Cueva de dar respuesta a una seria dicotomía: la necesidad de<br />

conectar con el incipiente público vulgar de los corrales y con las exigencias del<br />

44 Sobre el Manierismo, véase, entre otros, los siguientes estudios: H. Hatzfeld, Estudios sobre el<br />

Barroco, Madrid, Gredos, 1964; A. Hauser, El Manierismo. Crisis del Renacimiento y Origen<br />

del Arte Moderno, Madrid, Guadarrama, 1965; G.R. Hocke, El mundo como laberinto. El<br />

manierismo en el arte europeo de 1520 a 1650, Madrid, Guadarrama, 1961; E. Orozco,<br />

Manierismo y Barroco, Madrid, Cátedra, 19813 , en concreto “Estructura manierista y estructura<br />

barroca en poesía”, pp. 155-187; y su <strong>In</strong>troducción al Barroco, ed. J. Lara Garrido, I,<br />

Granada, 1988, pp. 68-128; W. Sypher, Four Stages of Renaissance Style. Transformations in<br />

Art and Literature (1400-1700), Nueva York, 1955; G. Weise, Il Manierismo. Bilancio critico<br />

del problema stilistico e culturale, Florencia, 1971.<br />

45 Juan de la Cueva, Coro Febeo de Romances historiales, Sevilla, 1588, fol. 8.<br />

46 Juan de la Cueva, Viaje de Sannio, ed. J. Cebrián, Madrid, Miraguano, 1990, p. 109.<br />

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