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XXIV Y XXV JORNADAS DE TEATRO DEL SIGLO DE ORO In ...

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La lucha con espada y la palabra<br />

es un elemento teatral muy poderoso que inmediatamente llama la atención del<br />

espectador, arrastrándolo hacia sí misma. No se debe eludir su presencia, a menos<br />

que dentro del juego planteado se la quiera ocultar.<br />

Si observamos en esta apenas media docena de comedias de nuestro teatro,<br />

veremos que se nos muestran, en ramillete y acalorada gresca, innumerables actos<br />

encontrados, entre sus protagonistas: Pedro Crespo, don Lope de Figueroa, el capitán<br />

don Álvaro, Rebolledo, don Mendo, Isabel y Juan, Laurencia y Frondoso, comendador<br />

Fernán Gómez de Guzmán, don Juan Tenorio, don Gonzalo, don Diego<br />

y el marqués de Mota, don Alonso y doña <strong>In</strong>és, don Rodrigo y don Fernando, Fabia<br />

y Tello, Rosaura, Clotaldo, Segismundo, Astolfo y el rey Basilio,…<br />

Son ellos, una treintena de personajes, los que mueven conflictos de armas singulares<br />

y manifiestan que mujeres y hombres, como personas, y como personajes<br />

(damas, caballeros, galanes, soldados, rufianes, lacayos, padres, hermanos y hermanas,<br />

reyes, príncipes, y marqueses, etc.) tienen una relación especial, y así vemos<br />

que se agreden, se raptan, se retan, se acometen, se emboscan, se asaltan, se pelean,<br />

se enfrentan, se hieren y se matan a cuchilladas y estocadas sedientos de restablecer<br />

el desequilibrio al que ha sido sometido su orden social, o personal, lidiando en el<br />

empeño hasta dejarse la vida. Para ello emplearán sobretodo la espada, pero no<br />

faltarán acciones con la daga, y otras armas, tanto ofensivas como defensivas, para<br />

resolver el conflicto planteado. Los autores desde los comienzos van, como perros<br />

de presa, rastreando la pieza, escudriñando el terreno, entre matorrales ortográficos<br />

y arbustos gramaticales, buscando, persiguiendo ese por qué luchar. Pedro Crespo<br />

dirá a su hijo Juan:<br />

No riñas por cualquier cosa:<br />

Que cuando en los pueblos miro<br />

Muchos que a reñir enseñan,<br />

Mil veces entre mí me digo:<br />

“Aquesta escuela no es<br />

La que ha de ser, pues colijo<br />

Que no ha de enseñarse a un hombre<br />

Con destreza, gala y brío<br />

A reñir; si no a por qué<br />

Ha de reñir; que yo afirmo<br />

que si hubiera un maestro sólo<br />

que enseñara prevenido,<br />

no el cómo, el porqué se riña,<br />

todos le dieran sus hijos<br />

Todos los personajes tienen un conflicto que resolver y cada uno lo hace a su<br />

manera. ¿Por qué pelea don Juan Tenorio? ¿Y don Alonso? ¿Y Rosaura? ¿Clotaldo<br />

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