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XXIV Y XXV JORNADAS DE TEATRO DEL SIGLO DE ORO In ...

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Juan Matas Caballero<br />

dad parcial frente a la culpabilidad absoluta del tirano. 32 Así, vemos cómo también<br />

Cueva se hace eco del concepto cristiano de la culpabilidad parcial de las víctimas. 33<br />

Así se explica que prácticamente todos los personajes padezcan alguna forma<br />

de castigo, en forma de sufrimiento o muerte, con el que paguen su cuota de<br />

culpabilidad. Por otra parte, el sufrimiento y la muerte tienen también un carácter<br />

simbólico, pues todas las muertes de los personajes suelen cumplir una función<br />

explicativa de acuerdo con su actuación en el desarrollo de la intriga. La muerte<br />

que, sin duda, expresa el cumplimiento de la justicia poética en la tragedia es la del<br />

Príncipe tirano a manos de dos de sus víctimas, Teodosia y Doriclea. La muerte de<br />

Licímaco representa la definitiva liberación del reino de Colcos del espíritu infernal<br />

y de las consiguientes maldades, atropellos e injusticias que padecían sus gentes.<br />

En el mismo sentido cabe interpretar la muerte de Ligurino, privado de Licímaco,<br />

pues, en la medida en que cumplió obediente y ciegamente el papel de cínico<br />

cómplice del Príncipe tirano, debía padecer su misma suerte para liberar de todo<br />

mal el reino de Colcos.<br />

Más difícil de explicar resulta la muerte de los restantes personajes de la obra,<br />

sobre todo la de aquellos cuya actuación se ha limitado a cumplir sólo el papel de<br />

víctimas inocentes, con lo que sus muertes apenas encuentran otra justificación<br />

que la de manifestar o ejemplificar la injustificable maldad del Príncipe tirano. Así<br />

pueden entenderse las muertes de los pajes del Príncipe y las de Merope y su nieto.<br />

Estas muertes carecen de toda justificación, pues las víctimas no han aparecido en<br />

la obra nada más que para sufrir el fatal castigo, de modo que su sacrificio subraya<br />

la brutal violencia y la maldad gratuitas del Príncipe tirano, y al mismo tiempo se<br />

convierte en la argumentación y justificación razonable del tiranicidio.<br />

El sufrimiento –y, en algunos casos, la muerte– que padecen los nobles y el<br />

propio Rey a manos del Príncipe tirano no está exento de alguna justificación, pues<br />

los castigos que todos ellos padecen contribuyen a manifestar la sabida crueldad<br />

y maldad del Príncipe, pero, por otro lado, también encuentran cierta explicación<br />

porque ellos fueron los que, a pesar de las advertencias del Mudo y de la Figura del<br />

reino, o del Maestresala (sin recordar los crímenes que cometió contra la Princesa<br />

y Trasildoro en la comedia), optaron por dejar impunes los crímenes que había<br />

cometido y lo votaron como rey de Colcos. La omisión y el incumplimiento de la<br />

legalidad vigente en virtud de la razón de Estado los convertía en sus cómplices y al<br />

mismo tiempo en sus víctimas y, por lo tanto, tenían que pagar, que sufrir de algún<br />

modo, los errores cometidos: el Rey ocultó y no castigó los crímenes de los dos<br />

pajes, con lo que se convirtió en su cómplice; Cratilo y Gracildo tampoco hicieron<br />

32 Véase más arriba el epígrafe “El fin justifica los medios”.<br />

33 Recuérdese que Doriclea (p. 260, vv. 1551-66) y Calcedio (p. 266, vv. 1761-62) también se<br />

habían autoinculpado. Véase R. Froldi, “Reconsiderando...”, art. cit., p. 28.<br />

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