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XXIV Y XXV JORNADAS DE TEATRO DEL SIGLO DE ORO In ...

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El poder en la tragedia El Príncipe Tirano de Juan de la Cueva<br />

Maestresala a Gracildo y Cratilo, también silenció y obligó a ocultar los dos cadáveres<br />

de los dos pajes cruelmente asesinados por el Príncipe:<br />

El rey los mando enterrar<br />

Y quel caso se encubriesse,<br />

So pena de que muriesse<br />

Quien lo osasse divulgar.<br />

(p. 226, vv. 470-74)<br />

Así, pues, todos antepusieron la razón de Estado a la justicia y, ante la posibilidad<br />

de que el príncipe heredero no alcanzara el trono, soslayaron el cumplimiento<br />

de la pena que debía sufrir el culpable y, paradójicamente, le concedieron el cetro.<br />

De esta forma, se observa cómo la teoría maquiavélica, que subvierte todo criterio<br />

al de la razón de Estado o que justifica todos los medios con tal de conseguir un<br />

fin determinado, afecta en la obra a todos los personajes, incluso a quienes pueden<br />

representar la función antimaquiavélica.<br />

El divorcio o la separación que entraña esta idea política de la moral ha terminado<br />

originando en el derecho público los conceptos de despotismo y pragmatismo.<br />

Y, en efecto, el maquiavelismo es esencialmente pragmático, pues no tiene<br />

en cuenta ni la justicia, ni la moral, ni la religión, sólo interesa alcanzar el fin que<br />

se desea, es también totalmente subjetivo y arbitrario, pues no hay ningún interés<br />

público que no sea el provecho del gobernante.<br />

El.horror<br />

Entre los elementos de la política práctica del maquiavelismo destacan la crueldad<br />

y el horror. En este sentido, puede decirse que Maquiavelo legitima el terror<br />

como instrumento político. Todo gobierno nuevo sólo puede ser establecido por<br />

el terror; otro instrumento del terror es la mala fe y –como se ha visto– el arte del<br />

disimulo, de ahí la alabanza de Maquiavelo en El Príncipe a César Borgia.<br />

Parece evidente que Juan de la Cueva pretendió aplicar de forma empírica<br />

esta idea maquiavélica sobre el terror a su tragedia El Príncipe tirano, de modo<br />

que el gusto por el horror que practica Licímaco encuentra su justificación teórica<br />

en la recomendación maquiavélica de usar el terror como instrumento del<br />

pragmatismo principesco. Desde esta perspectiva, el dramaturgo recurre a la<br />

técnica del horror –que, por otra parte, resultaba tan del gusto de los trágicos<br />

finiseculares–, que se convierte en un elemento importante en el desarrollo<br />

de la tragedia de El Príncipe tirano, tanto en su dimensión estética como en su<br />

vertiente ideológica.<br />

En este aspecto del gusto desmesurado por el horror se observa cómo la tragedia<br />

El Príncipe tirano de Cueva hunde sus raíces también en la tragedia senequista<br />

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