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XXIV Y XXV JORNADAS DE TEATRO DEL SIGLO DE ORO In ...

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Juan Matas Caballero<br />

pasada por el tamiz de los trágicos italianos, 12 de forma concreta por el Orbecche de<br />

Giraldi Cintio, que se había convertido en santo y seña de los poetas dramáticos<br />

del último cuarto del siglo XVI. El éxito del Séneca trágico en el teatro europeo del<br />

último tercio del XVI, según F. Ruiz Ramón, 13<br />

hay que tratar de verlo como representación, con función catártica, o a lo<br />

menos de conjuro, de esos mismos terrores –reales o imaginarios, conscientes o<br />

subconscientes– de toda una sociedad, objetivados, casi emblemáticamente, en<br />

los fantasmas, cercos, persecuciones y sacrificios rituales que llenan los espacios<br />

escénicos o verbales de la tragedia renacentista.<br />

La tragedia finisecular mostró una exagerada obsesión por el horror, hasta el<br />

extremo de poder hablar de una estética del horror que se manifiesta en todas sus<br />

vertientes: la muerte, la sangre, la tortura, la crueldad, la violación, etc., que terminó<br />

configurando todo un amplísimo campo visual y léxico. 14<br />

Por otra parte, tal vez, el gusto por el horror se enraíza en la propia realidad del<br />

Renacimiento dominada por una notable presencia de la destrucción, la guerra, la<br />

peste, etc., que se traducía en una gran familiaridad con la muerte. En este sentido,<br />

decía R. Froldi que el horror es<br />

la radicalización teatral de una visión sufrida y turbada de la realidad. Alejados<br />

ya de la idílica y abstracta contemplación de una armonía cósmica, típica del<br />

Renacimiento, se entra en una época de contradicciones, en un período conflictivo.<br />

El horror es la palpable manifestación de todo esto.<br />

Por otro lado, no debe caerse en la tentación simplista de considerar el horror<br />

como una expresión de mal gusto, sino como una amarga y dolorosa proyección<br />

de la realidad en las tablas, y cumple una función prioritaria de carácter didáctico<br />

y moral. 15<br />

Junto a las fuentes literarias y a la expresión de una colectividad dramática en<br />

un tiempo concreto, el horror de la tragedia El Príncipe tirano de Cueva también<br />

encuentra su fundamentación en El Príncipe de Maquiavelo, concretamente en el<br />

12 Véase J.L. Sirera, “Cristóbal Virués y su visión del poder”, en Mito e realtà del potere nel teatro<br />

dall’antichità classica al Rinascimento, Centro Studi sul Teatro Medioevale e Rinascimentale,<br />

Roma, 1987, pp. 275-300, cita en p. 278.<br />

13 F. Ruiz Ramón, “Prólogo” a G. Lasso de la Vega, Tragedia de la destruyción de Constantinopla,<br />

ed. A. Hermenegildo, Kassel, Edition Reichenberger, 1983, p. V.<br />

14 Véase el volumen monográfico Horror y tragedia en el teatro del Siglo de Oro. Actas del IV<br />

Coloquio del G.E.S.T.E. (Toulouse, 27-29 enero de 1983), Criticón, 23 (1983).<br />

15 R. Froldi, “Reconsiderando el teatro...”, art. cit., p. 20.<br />

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