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—Porque no quiero hacerte sufrir.<br />
Aquello me deja sin palabras. No sé qué contestarle.<br />
—Quizá sea yo la que te haga sufrir a ti —contesto, con toda la chulería que hay en<br />
mí.<br />
Me mira… lo miro…<br />
Tras un incómodo silencio, suena mi móvil. Es Miriam, mi amiga de Barcelona. Me<br />
levanto y, y le digo que estoy en Madrid y que ya la llamaré. Eric no se ha movido. Se ha<br />
limitado a mirarme casi sin pestañear. Mi brazo está mejor. No me duele, así que vuelvo al<br />
ataque.<br />
—¿Por qué crees que puedes hacerme sufrir?<br />
—No lo creo… lo sé.<br />
—No me vale esa contestación. ¿Por qué?<br />
Eric me observa en silencio. Tengo la sensación de que estoy a punto de explotar,<br />
como una cafetera a presión.<br />
—Tú eres una buena chica que merece a alguien mejor.<br />
—¿A alguien mejor?<br />
—Sí.<br />
Me muevo inquieta. Sé de lo que habla, pero quiero que se exprese con claridad.<br />
—Cuando te refieres a alguien es…<br />
—Me refiero a alguien que te cuide y te trate como tú te mereces. ¿Quizá ese tal<br />
Fernando?<br />
Escuchar aquel nombre me deja sin palabras.<br />
—No metas a Fernando en esto, ¿entendido?<br />
Eric asiente. Volvemos a quedarnos en un más que incómodo silencio.<br />
—Mereces a alguien que te diga bonitas palabras de amor. Te las mereces.<br />
—Tú ya lo haces, Eric.<br />
—No, Jud, no mientas. Eso no lo hago.<br />
Intento relajar el ambiente, se está volviendo espeso.<br />
—Vale… nunca me dices cosas cariñosas pero me tratas bien y veo que te<br />
preocupas por mí. ¿Por qué me dices todo esto?<br />
—Jud… sé realista —endurece su voz—. ¿La palabra «sexo» te da alguna pista?<br />
Sonrío con amargura. Él se da cuenta.<br />
—Sí, claro que me da pistas —digo, interrumpiendo lo que estaba a punto de decir<br />
él—. Me indica que entre tú y yo el sexo es lo que nos unió. Pero cuando dos personas se<br />
conocen y se atraen, lo primero que tiene que surgir entre ellos es química. Y tú y yo<br />
tenemos química.<br />
—¿Con ese tal Fernando también existe química?<br />
De nuevo lo menciona. Eso me molesta. Me enfurece ¿Qué le pasa con Fernando?<br />
—Espero tu respuesta, Jud —insiste, al ver que no contesto.<br />
—Vamos a ver, ¿quieres olvidarte de Fernando de una vez? Eso pertenece a mi vida<br />
privada. ¿Te pregunto yo por tu vida privada? —Él niega con la cabeza y yo añado—: No<br />
entiendo dónde quieres ir a parar, no creo haberte pedido nada y…<br />
—Y yo no te daré nada que no sea sexo.<br />
Su tajante respuesta me corta la respiración. No entiendo sus cambios de humor.<br />
Tan pronto me mira con devoción como me dice que entre nosotros sólo hay y habrá sexo.<br />
—Me parece muy bien tu respuesta, Eric. Soy lo suficientemente mayorcita como<br />
para poder elegir con quién quiero acostarme y con quién no.