10.11.2014 Views

Pideme-Lo-Que-Quieras

Pideme-Lo-Que-Quieras

Pideme-Lo-Que-Quieras

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

corazón bombea muy fuerte y apenas puedo respirar. Sólo puedo mirar a Eric, al hombre<br />

que quiero con toda mi alma sin ser capaz de decir ni una palabra.<br />

Mi mundo se desmorona en décimas de segundo, mientras reconstruye, pedazo a<br />

pedazo, todas las alarmas que en esos meses he visto de él pero que no he sabido descifrar.<br />

De pronto, entiendo muchas cosas. Sus prisas en todo. Sus temores. Sus viajes. Sus<br />

cambios de humor. Sus dolores de cabeza y, sobre todo, por qué siempre me exige que lo<br />

mire cuando hacemos el amor. Eric me observa. Quiere que hable pero yo no puedo. Mi<br />

respiración se acelera, le suelto las manos y una va a mi corazón y la otra, a mi cabeza.<br />

Me levanto. Me doy la vuelta y, cuando puedo despegar la lengua del paladar,<br />

vuelvo a mirarlo.<br />

—¿Por qué no me lo habías contado antes?<br />

—¿El qué? ¿<strong>Lo</strong> de Betta, lo de Flyn o lo de mi enfermedad?<br />

—<strong>Lo</strong> de tu enfermedad.<br />

—Jud, es algo que no me gusta que la gente sepa.<br />

—Pero yo no soy la gente…<br />

—<strong>Lo</strong> sé, cariño. Pero…<br />

—Por eso siempre me pides que te mire cuando…<br />

Eric asiente y tras pasar su mano por mis labios susurra:<br />

—Quiero grabar tu cara, tus gestos en mi retina, para recordarlos el día que no vea.<br />

El dolor en su mirada me hace reaccionar. ¿Qué estoy haciendo? Me siento de<br />

nuevo junto a él y le tomo las manos.<br />

—Maldito cabezón, ¿cómo me has podido ocultar eso? Yo… yo me he enfadado<br />

contigo. Te he reprochado tus ausencias, tus cambios de humor y… tú… tú no has dicho<br />

nada. Oh, Dios, Eric… ¿por qué?<br />

Mis lágrimas se desbordan. Intento contenerlas pero, como si de una presa se<br />

tratara, comienzan a salir con fuerza de mis ojos y apenas las puedo controlar.<br />

Eric me consuela. Me abraza y me mima, cuando soy yo la que debería estar<br />

consolándolo a él. Pero mis fuerzas, mi seguridad y toda mi vida se acaban de resquebrajar<br />

y no sé cuándo las voy a poder recuperar. Me habla de su enfermedad. Algo que le<br />

descubrieron hace mucho y que cada año que pasa se agrava más.<br />

No sé cuánto tiempo lloro entre sus brazos en busca de una solución con la que no<br />

puedo dar. Habla conmigo y yo apenas puedo dejar de llorar.<br />

—No me mires así.<br />

—¿Cómo? —pregunto al escuchar su voz.<br />

—Noto que te doy pena.<br />

Conmovida por sus palabras, me agarro a él.<br />

—Cariño, no digas tonterías. Te miro así porque te quiero y sufro por…<br />

—¿<strong>Lo</strong> ves? Te estoy haciendo daño. No debí permitir que lo nuestro continuara.<br />

—No digas tonterías, Eric, por favor.<br />

Con un gesto que recordaré toda mi vida, me coge la cara entre sus manos.<br />

—Estar a mi lado te hará sufrir, cariño. Soy un hombre con demasiadas<br />

responsabilidades. Una empresa que llevar, un niño problemático al que criar y, por si fuera<br />

poco, un problema de salud. Creo que ha llegado el momento en que tú decidas lo que<br />

quieres hacer. Asumiré tu decisión sea cual sea. Bastante culpable me siento ya.<br />

<strong>Lo</strong> escucho, boquiabierta, y de pronto deseo cruzarle la cara de un manotazo. ¿Qué<br />

tonterías está diciendo? La seguridad aparece de nuevo en mi cuerpo. Clavo mi mirada en<br />

sus martirizados ojos azules.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!