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Pideme-Lo-Que-Quieras

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62<br />

Suena un ruido. Me sobresalto. Es el teléfono.<br />

Salto de la cama. Miro el reloj. Las cinco y veintiocho.<br />

Asustada, corro a contestar. Si alguien llama a esas horas, no puede ser por nada<br />

bueno.<br />

—¿Sí?<br />

—Cuchufleta… soy yo.<br />

¿Mi hermana?<br />

La mato… ¡Yo la mato! Pero, al escucharla llorar, me asusto.<br />

—¿Qué ocurre? ¿Qué te pasa?<br />

—Estoy mal… muy mal. He discutido con Jesús, se ha marchado de casa a las<br />

nueve de la noche y mira qué horas son y no ha vuelto…<br />

Llora… y llora y llora e intento tranquilizarla.<br />

—¿Dónde está Luz?<br />

—Durmiendo en casa de una amiguita. Por favor, necesito que vengas.<br />

—De acuerdo… voy para allá.<br />

Cuelgo el teléfono y resoplo. Mi hermana y sus histerismos… Menos mal que es<br />

sábado y no tengo que ir a trabajar. Pienso en Eric. ¿<strong>Lo</strong> llamo? Puede que esté despierto,<br />

pero al final decido no molestarlo. Conociéndolo, seguirá enfadado por lo que ocurrió el día<br />

anterior. Con rapidez me lavo los dientes, la cara, me pongo unos vaqueros, una camiseta y<br />

una chaqueta. Hace fresquito.<br />

Bajo a la calle y me monto en mi coche. Arranco. Mi hermana no vive lejos, pero a<br />

esas horas no me apetece ir caminando. Pongo la radio y tarareo mientras conduzco. Veo<br />

un hueco para aparcar frente al portal de mi hermana, paro, meto la marcha atrás y cuando<br />

miro por el espejo retrovisor me quedo sin respiración al ver que un coche se abalanza y<br />

finalmente choca contra mí.<br />

Murmullos… murmullos… oigo murmullos.<br />

No puedo abrir los ojos, me pesan. No sé dónde estoy ni qué me pasa. Entonces<br />

recuerdo el coche abalanzándose sobre mí y soy consciente de que he tenido un accidente.<br />

Sirenas. El ruido de las sirenas me hace abrir de golpe los ojos y me encuentro en una<br />

ambulancia con dos hombres mirándome y con gasas con sangre en las manos.<br />

—¿Se encuentra bien, señorita?<br />

—Sí… no… no sé.<br />

—¿Cómo se llama?<br />

—Judith.<br />

—Muy bien, Judith, no se asuste. Unos chicos que iban bebidos le han dado un<br />

golpe con su coche. La vamos a llevar al Clínico para que se hagan una revisión.<br />

—¿Esa sangre es mía?<br />

Uno de los jóvenes enfermeros que me atiende asiente.<br />

—No se asuste, pero sí.<br />

—Pero ¿es sangre? ¿De dónde es?<br />

—Del labio y de la nariz. No ha saltado el airbag de su coche y se ha golpeado<br />

contra el volante, pero no se preocupe, no es nada grave.<br />

De pronto, escucho unos chillidos y los identifico rápidamente. ¡Mi hermana!<br />

Intento incorporarme para que me vea y sepa que estoy bien pero no puedo. Me duele<br />

horrores el cuello.

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