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corro a sentarme a mi mesa. Miguel se da cuenta.<br />
—¿Qué te pasa?<br />
—Nada. Será el calor —respondo.<br />
Cuando salgo de la oficina estoy en trance. Estoy ofendida. Furiosa y altamente<br />
enfadada. Voy al parking y cojo el coche y sin saber por qué me encamino al paseo de la<br />
Castellana. Al pasar frente al hotel donde Eric se aloja, lo miro, me desvío por una de sus<br />
callejuelas y aparco. Como una idiota, me dirijo hacia el hotel, pero no entro. Me quedo<br />
parada a escasos metros de la puerta sin saber qué hacer.<br />
Durante una hora, mi mente bulle e intenta aclararse, cuando, de pronto, veo su<br />
coche acercarse. Se para en la puerta del hotel y de su interior salen Eric y… ¡Amanda<br />
Fisher! Ambos sonríen, parecen muy compenetrados, y se meten en el hotel.<br />
¿Qué hace Amanda en Madrid?<br />
¿Qué hace Amanda en ese hotel?<br />
Las respuestas se agolpan unas tras otras y, furiosa, soy consciente de todas ellas.<br />
Enfadada con el mundo y cegada por lo que he visto cojo el coche y me dirijo al hotel<br />
donde sé que probablemente esté Fernando.<br />
Cuando llego, subo directamente a su habitación. Llamo con los nudillos a la puerta<br />
y, cuando abre, me mira sorprendido.<br />
—¿No me digas que habíamos quedado y se me ha olvidado?<br />
No respondo. Directamente me lanzo a su boca y lo beso. Ni que decir tiene que él,<br />
al ver mi efusividad, cierra la puerta. Sin hablar, continúo mi saqueo a su boca mientras<br />
siento que sus manos me quitan la chaqueta y, después, desabrochan el pantalón, dejándolo<br />
caer al suelo.<br />
Con prisa, saco las piernas de él y aún con los tacones puestos, Fernando me tumba<br />
en la cama y murmura mientras yo le desabrocho el botón del vaquero con desesperación:<br />
—¿Qué haces, Judith?<br />
No respondo. La furia ha tomado mi cuerpo y necesito desahogarme como puedo y<br />
necesito. Al verme tan caliente, rápidamente se saca la camiseta por la cabeza y vuelve a<br />
besarme. Pero, cuando se separa de mí, murmura:<br />
—Judith… ¿te pasa algo? No quiero que luego tu…<br />
—Fernando… calla y fóllame.<br />
Mi orden tajante lo deja paralizado durante unos instantes, pero el deseo que siente<br />
por mí lo hace reaccionar y no pensar en nada más. Sin hablar, se quita los pantalones, los<br />
calzoncillos y se queda desnudo con su erecto pene deseoso de poseerme. Respiro con<br />
irregularidad mientras el calor sube por todo mi cuerpo y entonces recuerdo algo.<br />
—Dame el bolso.<br />
Sin dudarlo, me lo entrega y, mientras yo saco el vibrador en forma de barra de<br />
labios que Eric me regaló y que me pidió que siempre llevara encima, él se pone un<br />
preservativo.<br />
—Quítame las bragas.<br />
Mete sus dedos en la tirilla de mis bragas y me las quita con cuidado, cuando de<br />
pronto se da cuenta de mi tatuaje y susurra.<br />
—«Pídeme lo que quieras.»<br />
¡Eric! ¡Eric! ¡Eric!<br />
<strong>Que</strong>do desnuda de cintura para abajo y murmuro mientras me abro de piernas para<br />
él:<br />
—Mírame, por favor.