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Pideme-Lo-Que-Quieras

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54<br />

Pasan los días y no vuelvo a preguntar quién era aquella mujer. El miércoles por la<br />

tarde recibo una llamada de mi padre. Mi hermana ya le ha ido con el cuento de que vuelvo<br />

a estar con Eric y él está feliz por mí. Se alegra de corazón.<br />

El jueves, cuando llego a trabajar, me extraño al ver a Miguel recogiendo sus cosas.<br />

—¿Qué haces?<br />

—Recogiendo mis cosas.<br />

—¿Por qué?<br />

Miguel suspira y se encoge de hombros.<br />

—No me renuevan el contrato y, amablemente, me han informado de que hoy es mi<br />

último día de trabajo.<br />

<strong>Lo</strong> miro, pasmada. ¿Es que mi jefa no le puede renovar el contrato? Me siento<br />

incapaz de quedarme callada.<br />

—Pero, vamos a ver, pedazo de idiota. ¿Cómo es que no te renuevan el contrato?<br />

¿<strong>Lo</strong> has hablado con el señor Zimmerman?<br />

—No. ¿Para qué? Le caigo mal, ya lo sabes.<br />

—Pero… pero tienes que hablar con él —insisto—. Miguel, hay muchísimo paro y<br />

Müller actualmente es tu única opción.<br />

—¿Y?<br />

Veo movimiento en el despacho de mi jefa y pregunto:<br />

—¿Y con la jefa has hablado? Ella y tú os lleváis muy bien y…<br />

—Ella ha sido quien me ha dicho que no me lo renuevan —contesta Miguel.<br />

Eso me remueve las tripas. ¿Cómo puede ser que esa bruja no le pueda renovar el<br />

contrato siendo él su amante? E incapaz de aguantar un segundo más el secreto que guardo<br />

desde hace meses, cuchicheo:<br />

—¿Y tú no vas a hacer nada para que cambie de opinión? —Miguel me mira y<br />

añado—: Mira, Miguel, no me chupo el dedo y sé que estáis liados. Es más, alguna vez, yo<br />

estaba en el archivo cuando lo habéis hecho en su despacho.<br />

La cara de mi compañero se descompone.<br />

—¡No me jodas! ¿Tú lo sabías?<br />

—Sí. Y por eso no entiendo por qué ella no hace algo para renovártelo.<br />

Miguel se apoya en la mesa.<br />

—Mira, Judith, lo único que te puedo decir es que tu jefa y yo ya no tenemos nada<br />

desde hace un mes. Ella ya se ha buscado a otro. Óscar, el vigilante jurado.<br />

—¿Óscar?<br />

—Sí.<br />

—Pero si es un crío…<br />

—Exacto, preciosa. Ya sabes que a la jefa le gustan jovencitos.<br />

Estoy desconcertada cuando Miguel añade:<br />

—Mira, Judith. No te enrolles con ningún jefe porque, cuando se canse de ti,<br />

patadita al canto y a otra cosa mariposa.<br />

Eso me llega al alma. Si él supiera…<br />

En ese momento miro hacia el despacho de Eric y veo que está al teléfono. Tengo<br />

que hablar con él. Miguel es un buen trabajador y se merece que le renueven el contrato.<br />

—Voy a hablar con el señor Zimmerman.<br />

—¿Estás loca?

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