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—¡¿Yo?!<br />
Eric responde afirmativamente y, justo cuando me paro frente a él, me coge de la<br />
mano y, aún sentado, me coloca entre sus piernas. Luego me empuja y me hace sentar sobre<br />
la mesa. Ante él. Acalorada, miro a mi alrededor en busca de cámaras cuando él dice:<br />
—La habitación no tiene cámaras pero no está insonorizada. Si gritas, todos sabrán<br />
lo que ocurre.<br />
Voy a protestar, ya que a cada instante que pasa me encuentro más alucinada,<br />
cuando Eric se acerca a mí y hace eso que tan loca me vuelve. Saca su lengua, la pasa por<br />
mi labio superior. Me mira. Después vuelve a pasarla por mi labio inferior, me lo muerde<br />
hasta que yo abro la boca y finalmente me besa. Me succiona la boca de tal manera que me<br />
deja sin aliento y, como siempre, caigo a sus pies. Me tumba en la mesa y me sube la falda.<br />
Sus manos ascienden lentamente por mis muslos hasta que siento que llegan a mis caderas.<br />
Entonces agarra el tanga y me lo quita.<br />
—Mmmm… Me alegra saber que llevas tanga.<br />
Disfruto el momento y entro como una loba en el juego.<br />
Me paso la lengua por los labios y quiero gritar «¡¡¡Sí!!!». Mi gesto lo estimula y<br />
enloquece. Abro mis piernas con descaro pidiéndole más y él levanta la cabeza, sin mover<br />
el resto de su cuerpo.<br />
—¿Llevas en el bolso lo que te dije que debías llevar siempre?<br />
Cierro los ojos y maldigo con frustración.<br />
—Me lo he dejado en el hotel.<br />
Mi reacción lo hace sonreír. Me incorpora de la mesa sin apenas tocarme, a<br />
excepción de la cara interna de mis muslos.<br />
—<strong>Lo</strong> siento, pequeña. Estoy seguro de que la próxima vez no lo olvidarás.<br />
<strong>Lo</strong> miro, bloqueada.<br />
¿Me va a dejar así?<br />
Me da un azote en el trasero cuando me bajo de la mesa.<br />
—Señorita Flores, debemos continuar con la reunión. Y, por favor, no vuelva a<br />
interrumpirla.<br />
Siento las mejillas arreboladas y el deseo por todo lo alto mientras él es el rey del<br />
control. Eso me encoleriza. <strong>Lo</strong> sabe. Me agarra de la mano y me acerca a él en un gesto<br />
posesivo.<br />
—En cuanto terminemos la reunión te quiero desnuda en el hotel. De momento, me<br />
quedo con tu tanga.<br />
—¡¿Cómo?!<br />
—<strong>Lo</strong> que oyes.<br />
—Ni hablar. Devuélvemelo.<br />
—No.<br />
—Eric, por favor. ¿Cómo voy a estar sin tanga?<br />
Se levanta. Sonríe con malicia y se encoge de hombros.<br />
—Muy fácil. ¡Estando!<br />
Me coloca bien la falda. Me empuja hacia la puerta e insiste.<br />
—Vamos. Diles que entren. La reunión es importante.<br />
Histérica y a punto de que me dé un «pumba», sólo puedo resoplar.<br />
¿Cómo me puede estar pasando esto a mí?<br />
Finalmente, cierro los ojos, camino con seguridad hacia la puerta y antes de abrir<br />
me vuelvo hacia él.