10.11.2014 Views

Pideme-Lo-Que-Quieras

Pideme-Lo-Que-Quieras

Pideme-Lo-Que-Quieras

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

serías sincero conmigo. Me explicarías quiénes son Marta y Betta. Me explicarías por qué<br />

no puedo mencionar a tu padre y, sobre todo, me dirías qué son esas puñeteras medicinas<br />

que guardas en tu neceser.<br />

—Jud… por favor. No lo hagas más difícil.<br />

Convencida de que quiero irme, cojo mi mochila y comienzo a meter mis cuatro<br />

pertenencias en ella. Veo de reojo que me está mirando. Vuelve a mostrarse inflexible, su<br />

cara se contrae y las manos le tiemblan. Está nervioso, pero como yo estoy furiosa.<br />

—Eres un imbécil egocéntrico que sólo piensa en ti… en ti y en ti.<br />

—Jud…<br />

—Olvídate de mi nombre y sigue mandándote mensajes con esas mujeres. Seguro<br />

que ellas saben más de ti que yo.<br />

—Maldita sea, mujer, ¿quieres dejar de gritar? —vocea.<br />

—No. No me da la gana. Te grito porque quiero, porque te lo mereces y porque lo<br />

necesito. ¡Gilipollas! Al final le tendré que dar la razón a Fernando.<br />

Está claro que no esperaba esa frase.<br />

—¿En qué le tendrás que dar la razón?<br />

—En que me utilizarías y luego pasarías de mí.<br />

—¿Eso te ha dicho ese imbécil?<br />

—Sí. Y me acabo de dar cuenta de que dice la verdad.<br />

La desesperación lo hace alejarse de mí mientras despotrica como un loco.<br />

La puerta se abre y Andrés y Frida entran. Nuestros gritos los han debido de alertar.<br />

Frida se pone a mi lado e intenta tranquilizarme y Andrés va junto a su amigo. Pero Eric no<br />

quiere hablar, sólo blasfema en alemán y sus gritos se escuchan hasta en la Cochinchina.<br />

Sorprendida por aquello, Frida tira de mí y me lleva hasta la cocina. Allí me da un vaso de<br />

agua y me quita la mochila de las manos.<br />

—No te preocupes, Andrés lo tranquilizará.<br />

Enfadada con el mundo en general, bebo agua y respondo:<br />

—Pero, Frida, yo no quiero que Andrés lo tranquilice. Quiero ser yo la que lo haga<br />

y, sobre todo, quiero enterarme de por qué es tan hermético con su vida. No puedo<br />

preguntar nada. No me contesta ninguna pregunta. Y encima, cuando se enfada, se larga<br />

corriendo o me echa de su lado, como en este caso.<br />

—¿Qué ha ocurrido?<br />

—No lo sé. Estábamos bromeando, hablando y, de pronto, le he preguntado por<br />

unos medicamentos que he visto en su neceser y por los mensajes y las llamadas telefónicas<br />

que recibe continuamente de Betta y Marta.<br />

Rompo a llorar. La tensión por fin se relaja y puedo llorar. Frida me abraza, me<br />

sienta junto a ella en la cocina y murmura:<br />

—Jud… tranquilízate. Estoy segura de que lo vuestro es una discusión de<br />

enamorados y ya está.<br />

—¿Enamorados? —gimoteo—. Pero ¿has oído lo que te he dicho?<br />

—Sí. <strong>Lo</strong> he oído muy bien. Y aunque Eric no te lo diga, te repito lo que te dije hace<br />

unas horas en la playa. Está loco por ti. Sólo hay que ver cómo te mira, cómo te trata y<br />

cómo te protege. <strong>Lo</strong> conozco desde hace más de veinte años, somos amigos de toda la vida<br />

y créeme cuando te digo que sé que él siente algo muy fuerte por ti.<br />

—¿Y por qué lo sabes?<br />

—Porque lo sé, Judith. Confía en mí y, en cuanto a esas mujeres, no te preocupes.<br />

Créeme.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!