10.11.2014 Views

Pideme-Lo-Que-Quieras

Pideme-Lo-Que-Quieras

Pideme-Lo-Que-Quieras

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

No responde. Sólo me mira, desafiante, con los ojos entornados.<br />

Furiosa lo empujo y salgo de la cocina.<br />

Camino de vuelta a mi habitación y siento que viene detrás de mí.<br />

—Vístete y vete de mi casa —le grito, volviéndome hacia él—. ¡Fuera!<br />

—Jud… —oigo que me dice en voz baja.<br />

—¡Ni Jud, ni leches! Quiero que te vayas de mi casa. Pero, vamos a ver: ¿para qué<br />

has venido?<br />

Me mira con un gesto que me impulsa a partirle la cara. Me contengo. Es mi jefe.<br />

—Vine a lo que tú ya sabes.<br />

—¡¿Sexo?!<br />

—Sí. <strong>Que</strong>dé en que te enseñaría a utilizar el vibrador.<br />

Dice eso y se queda tan pancho. ¡Flipante!<br />

—Pero ¿es que me crees tan tonta como para no saber cómo se utiliza? —vuelvo a<br />

gritarle, presa de los nervios.<br />

—No, Jud —comenta con aire distraído, mientras me sonríe—. Simplemente quería<br />

ser el primero en hacerlo.<br />

—¿El primero?<br />

—Sí, el primero. Porque estoy convencido de que a partir de hoy lo utilizarás<br />

muchas veces, mientras piensas en mí.<br />

Esa seguridad chulesca me mata y, torciendo el gesto, replico, dispuesta a todo:<br />

—Pero ¡serás creído! ¡Presumido! ¡Vanidoso y pretencioso! ¿Tú quién te crees que<br />

eres? ¿El ombligo del mundo y el hombre más irresistible de la Tierra?<br />

Con una tranquilidad que me desconcierta, responde mientras se pone el pantalón:<br />

—No, Jud. No me creo nada de eso. Pero he sido el primero que ha jugado con un<br />

vibrador en tu cuerpo. Eso, te guste o no, nunca lo podrás obviar. Y aunque en un futuro<br />

juegues sola o con otros hombres, siempre… sabrás que yo fui el primero.<br />

Escucharlo decir aquello me excita.<br />

Me calienta.<br />

¿Qué me pasa con ese hombre?<br />

Pero no estoy dispuesta a caer en su influjo.<br />

—Vale, habrás sido el primero. Pero la vida es muy larga y te aseguro que no serás<br />

el único. El sexo es algo estupendo en esta vida y siempre lo he disfrutado con quien he<br />

querido, cuando he querido y como he querido. Y tiene razón, señor Zimmerman. Le tengo<br />

que dar las gracias por algo. Gracias por no regalarme unas insulsas rosas y regalarme un<br />

vibrador que estoy segura que me resultará de gran ayuda cuando esté practicando sexo con<br />

otros hombres. Gracias por alegrar mi vida sexual.<br />

<strong>Lo</strong> oigo resoplar. Bien. <strong>Lo</strong> estoy cabreando.<br />

—Un consejo —me replica, contra todo pronóstico—. Lleva el otro vibrador que te<br />

he regalado siempre en el bolso. Tiene forma de barra de labios y reúne toda la discreción<br />

para que nadie, excepto tú, sepa lo que es. Estoy seguro de que te será de gran utilidad y<br />

que encontrarás sitios discretos para utilizarlo sola o en compañía.<br />

Eso me descoloca. Esperaba que me mandara a freír espárragos, no aquello.<br />

Malhumorada, me dispongo a sacar a la arpía mal hablada que hay en mí, cuando<br />

me coge por la cintura y me atrae hacia él. <strong>Lo</strong> miro y, por un momento, me siento tentada a<br />

subir la rodilla y darle donde más le duele. Pero no. No puedo hacer eso. Es el señor<br />

Zimmerman y me gusta mucho. Entonces, me coge de la barbilla y me hace mirarlo a los<br />

ojos. Y antes de que pueda hacer o decir nada, saca su lengua y me la pasa por el labio

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!