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¡Estoy cardíaca!<br />
Nunca he hecho nada parecido, pero me excita. Me excita mucho. Mi respiración se<br />
entrecorta. Imaginar lo que Eric me está narrando me hace tener calor. Mucho calor. Intento<br />
dar la vuelta al taburete, pero Eric lo mantiene quieto.<br />
—Dijiste que querías que te contara todo lo que me gusta, pequeña, y lo que me<br />
gusta es esto. El morbo. Estamos en un club privado de sexo donde la gente folla y se deja<br />
llevar por sus apetencias. Aquí la gente se desinhibe de todo y solamente piensa en el placer<br />
y en jugar.<br />
Siento que el cuello me pica… ¡<strong>Lo</strong>s ronchones!<br />
Pero Eric se da cuenta, me sujeta las manos y me sopla.<br />
—En lugares como éste —continúa—, la gente ofrece su cuerpo y su placer a<br />
cambio de nada. Hay parejas que hacen intercambio, otras que buscan un tercero para hacer<br />
un trío y otras que, simplemente, se unen a una orgía. En este local hay varios ambientes y<br />
ahora estamos en la antesala del juego. Aquí uno decide si quiere jugar o no y, sobre todo,<br />
elige con quién.<br />
Eric gira el taburete. Me mira a la cara y añade sin cambiar su gesto:<br />
—Jud, estoy como loco por jugar. Me explota la entrepierna y me muero por<br />
follarte. Somos una pareja y podemos traspasar la puerta del fondo del club.<br />
Mi boca está seca. Pastosa. Cojo la copa y le doy un buen trago.<br />
—Tú ya has estado aquí, ¿verdad?<br />
—Sí, en este local y en otros parecidos. Ya sabes que me gusta el sexo, el morbo y<br />
las mujeres.<br />
Muevo mi cabeza en un gesto afirmativo. Nos quedamos en silencio unos breves<br />
segundos.<br />
—¿Qué hay tras esa puerta?<br />
—Una sala oscura donde la gente toca y es tocada sin saber por quién. Después hay<br />
una pequeña sala con sillones separada por cortinajes negros para quienes no quieren llegar<br />
hasta las camas, dos jacuzzis, varias habitaciones privadas para que folles con quien quieras<br />
sin ser visto y una habitación grande con varias camas a la vista de todos junto al segundo<br />
jacuzzi, donde todo el que quiera se puede unir a la orgía.<br />
Siento que las piernas me tiemblan. ¿Dónde me ha metido este loco?<br />
Me alegro de estar sentada o me caería al suelo. Eric se da cuenta de mi estado y me<br />
aprieta contra él.<br />
—Pequeña… nunca haré nada que tú no apruebes antes. Pero quiero que sepas que<br />
tu juego es mi juego. Tu placer es el mío y tú y yo somos los únicos dueños de nuestros<br />
cuerpos.<br />
—Qué poético —consigo decir.<br />
Eric bebe de su copa con tranquilidad mientras siento que mi corazón bombea<br />
exageradamente. Todo aquello es un mundo extraño para mí, pero me doy cuenta de que no<br />
me asusta, sino que me atrae.<br />
—Escucha, Jud. Entre nosotros, cuando estemos en lugares como éste o<br />
acompañados de gente entre cuatro paredes habrá dos condiciones. La primera, nuestros<br />
besos son sólo para nosotros, ¿te parece bien?<br />
—Sí.<br />
Eso me alegra. Odio que bese a otra y luego me bese a mí.<br />
—Y la segunda es el respeto. Si algo te incomoda o me incomoda debemos decirlo.<br />
Si no quieres que alguien te toque, te penetre o te chupe, debes decírmelo y yo rápidamente