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Pideme-Lo-Que-Quieras

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63<br />

La baja dura tres semanas y la aprovecho para hacer una última limpieza en casa y<br />

comenzar a guardar en cajas las cosas que me quiero llevar a Alemania. Eric quiere<br />

comprarme un coche más seguro y resistente pero yo me niego. Mi Seat León me encanta.<br />

Mi seguro lo arregla en un tiempo récord, y supongo que ha sido Eric quien les ha metido<br />

caña. <strong>Que</strong>da como nuevo.<br />

Eric me cuida con mimo y me ayuda con las cajas. No me voy a llevar muchas<br />

cosas, excepto ropa, fotos, libros y mi música. El resto quiero que se quede todo aquí y, a<br />

medida que pase el tiempo, me lo iré llevando poco a poco.<br />

El día que aparezco en la oficina todos me miran. Me observan con curiosidad.<br />

Saben que soy la novia del jefazo y hacen eso que tanto odio: ¡cuchichear!<br />

Miguel se acerca a mí nada más verme.<br />

—Ahora que eres la novia del jefe, ¿desayunas conmigo? —pregunta con guasa.<br />

<strong>Lo</strong> miro divertida.<br />

—Anda, petardo… vamos.<br />

En el camino se preocupa por mi estado de salud. Le explico mi accidente y él me<br />

escucha horrorizado. En la cafetería, cuando voy a pagar, los empleados no me dejan.<br />

Tienen orden del señor Zimmerman de no cobrar nada de lo que yo consuma. Todo se pone<br />

a su cuenta.<br />

Cuando regreso a mi puesto de trabajo, mi jefa sale a saludarme. Su tono de voz<br />

ahora es suave e incluso intenta ser agradable conmigo. Menuda perraca es ésta. Ahora que<br />

sabe que soy la novia de Eric me lleva entre algodones.<br />

A los diez minutos de llegar, veo que entra una chica al despacho y se sienta a la<br />

mesa que era de Miguel. Me mira y pregunta:<br />

—¿Eres Judith?<br />

Asiento y añade.<br />

—Soy Claudia, la nueva secretaria del señor Zimmerman mientras esté en España.<br />

Sorprendida, la miro. Eric no me ha comentado nada en el tiempo que he estado de<br />

baja, pero no me extraña, Eric no ha querido hablar absolutamente nada del trabajo en mi<br />

convalecencia. Incluso quería que el médico me ampliara la baja, pero yo no lo permití. Eso<br />

lo hizo enfadar, pero a mí me dio igual. Mi baja se finaliza y yo comienzo a trabajar.<br />

Cuando Eric entra por la puerta, me mira. Yo también lo miro.<br />

—Buenos días, señor Zimmerman.<br />

Suelta el maletín sobre mi mesa, se acerca a mí y me da un beso en los labios que<br />

deja a mi jefa y a la nueva secretaria tiesas. Tras aquel más que deseado beso, murmura:<br />

—Buenos días, Jud. ¿Te encuentras bien?<br />

Aturdida por aquel recibimiento, no sé adónde mirar mientras veo que Eric retiene<br />

sus ganas de reír. Finalmente sonrío.<br />

—Buenos días, Eric. Me encuentro bien y dispuesta para trabajar.<br />

Mi jefa, encantada de haberse conocido, dice:<br />

—Pero qué bonita parejita hacéis los dos.<br />

¡Falsa! La conozco y veo la falsedad en sus ojos y en cómo me mira.<br />

—Gracias —responde Eric.<br />

Mi jefa me repasa de arriba abajo. Sigue sin creer lo que ve.<br />

—¡Oh, qué anillo más bonito llevas! ¿Es lo que imagino?<br />

Eric coge mi mano, me besa los nudillos y añade con posesión:

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