Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
—¿Te está entrando el nervio?<br />
Vuelve a desconcertarme, ¿cómo puede recordar aquello que le expliqué en el<br />
ascensor? Me toco el cuello. Voy a soltarle alguna de mis frescas, cuando veo que hace una<br />
mueca.<br />
—No te rasques, Jud.<br />
Sin darme tiempo a moverme, se agacha y me sopla en el cuello. Cierro los ojos. Mi<br />
indignación baja de intensidad. Él se ha propuesto que sea así y lo ha conseguido.<br />
—Siento haberte puesto nerviosa —musita de repente en mi oído—. Perdóname,<br />
pequeña.<br />
Su poder es inmenso y ya me tiene donde quiere. ¡Soy una blanda!<br />
Me besa. Esta vez con desesperación. Me sabotea y yo me dejo.<br />
El hilo de mis pensamientos se bloquea y sólo pienso en besarlo y dejar que me<br />
bese.<br />
¿Qué me ocurre?<br />
Quiero reprimirme, pero no puedo. Nunca he sido un juguete para ningún hombre,<br />
pero él consigue controlarme. <strong>Lo</strong> deseo tanto como necesito el aire para respirar y eso me<br />
asusta. Me quema la vagina, la piel y siento que mis bragas se humedecen y que lo único<br />
que deseo es que me desnude y me posea.<br />
Clavo mis ojos en él. Su cara seria y de perdonavidas me encanta. Me vuelve loca.<br />
Es tan sexy y devastador que soy incapaz de negarme a nada de lo que me exija. Por<br />
primera vez en mi vida me siento así y creo que no puedo hacer nada por evitarlo. Me<br />
desabrocha el pantalón. Su mano se mete con rapidez dentro de mis bragas.<br />
—Estás húmeda para mí —me susurra.<br />
¿Qué va a hacer? ¿Me va a desnudar en el archivo?<br />
Pero no. Mete más la mano y siento que uno de sus dedos se introduce en mi<br />
interior y, segundos después, otro más. Me agarra por el pelo, tira de él y subo la cabeza.<br />
Me besa de nuevo con impaciencia, mientras me hace abrir las piernas con su pierna y sus<br />
dedos entran y salen una y otra vez de mí. Con su boca sobre la mía, reprimo mis gemidos<br />
y sé que el clímax está cerca.<br />
—Córrete para mí, Jud.<br />
Mi cuerpo vuelve a reaccionar a sus palabras.<br />
El placer que me está dando me hace querer más. El brillo sensual de su mirada me<br />
vuelve loca y me hace desear que me desnude, me tire en el suelo y sea su pene el que<br />
juegue en mi interior. Me muerdo el labio. Si no lo hago, gritaré y toda la oficina vendrá<br />
para ver qué pasa.<br />
—Vamos, Jud, déjate llevar.<br />
Tenso la espalda y arqueo mis piernas mientras me dejo avasallar con gusto por él.<br />
Quiero sus dedos más dentro de mí y, cuando creo que voy a explotar, lo beso para ahogar<br />
de nuevo mi gemido en su boca, mientras siento que mis músculos se contraen una y otra<br />
vez sobre sus caricias y percibo aún más la humedad en mi entrepierna. Poco a poco él se<br />
detiene y, cuando saca sus dedos de mi interior, quiero protestar. Él se da cuenta. Vuelve a<br />
tomar mi cabeza entre sus manos.<br />
—Me debes un orgasmo, pequeña —murmura.<br />
No puedo responder.<br />
Sólo puedo abrir la boca y entrelazar su lengua con la mía. Disfruto de su sabor<br />
excitante y peligroso, olvidándome de nuevo de todo lo que hay a nuestro alrededor y de mi<br />
enfado. No quiero pensar que me utiliza como a un juguete. No quiero pensar que es mi