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Pideme-Lo-Que-Quieras

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10<br />

Tras salir del restaurante, Eric vuelve a cogerme de la mano con un gesto posesivo,<br />

y yo me dejo llevar. Cada vez me gustan más las sensaciones que me provoca, a pesar de<br />

que estoy algo desconcertada por su proposición.<br />

Una parte de mí quiere rechazarla, pero otra parte quiere aceptarla. Me gusta Eric.<br />

Me gustan sus besos. Me gusta cómo me toca y sus juegos. Caminamos en busca de la<br />

sombra por los jardines del Palacio Real mientras hablamos de mil cosas, aunque de<br />

ninguna en profundidad.<br />

—¿Te apetece venir a mi hotel? —me pregunta de repente.<br />

—¿Ahora?<br />

Me mira. Recorre mi cuerpo con lujuria y susurra con voz ronca:<br />

—Sí. Ahora. Estoy alojado en el hotel Villa Magna.<br />

El estómago se me contrae. Ir a una habitación con Eric supone ¡lo que supone!<br />

Sexo… sexo… y sexo. Y, tras mirarlo unos segundos, le digo que sí con la cabeza,<br />

convencida de que es eso lo que quiero con él. Sexo. Caminamos de la mano hasta el<br />

parking.<br />

—¿Me dejarás conducir?<br />

Me mira con sus inquietantes ojos azules y acerca su boca a mi oído.<br />

—¿Has sido buena?<br />

—Buenísima.<br />

—¿Y vas a volver a cantar?<br />

—Con toda seguridad.<br />

<strong>Lo</strong> oigo reír, pero no contesta. Cuando llegamos al parking y paga el ticket, vuelve a<br />

mirarme y me entrega las llaves.<br />

—Tus deseos son órdenes para mí, pequeña.<br />

Emocionada, doy un salto a lo Rocky Balboa que vuelve a hacerlo sonreír. Me<br />

pongo de puntillas y lo beso en los labios. Esta vez soy yo quien le agarra de la mano y tira<br />

de él en busca del Ferrari.<br />

—¡Uooooooooo! —grito, emocionada.<br />

Eric se monta y se pone el cinturón.<br />

—Bien, Jud —me dice—. Todo tuyo.<br />

Dicho y hecho.<br />

Arranco el motor y pongo la radio. En seguida, la música de Maroon 5 llena el<br />

interior del vehículo y, antes de que él toque el volumen, lo miro y murmuro:<br />

—Ni se te ocurra bajarlo.<br />

Pone los ojos en blanco, pero sonríe. Está de buen humor. Salimos del parking y me<br />

siento como si fuera una guerrera amazónica con aquel impresionante coche entre mis<br />

manos. Sé dónde está el hotel Villa Magna, pero antes decido darme una vueltecita por la<br />

M-30. Eric no habla, simplemente me observa y aguanta estoicamente el volumen de la<br />

radio y mis cánticos. Media hora después, cuando me doy por satisfecha, aminoro la<br />

marcha y salgo de la M-30 para dirigirme al hotel Villa Magna.<br />

—¿Contenta por el paseo?<br />

—Mucho —respondo, emocionada por haber conducido semejante coche.<br />

Sus manos me cosquillean las piernas y noto que se paran sobre mi monte de<br />

Venus. Hace circulitos sobre él y me humedezco al instante. Escandalizada, quiero cerrar

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