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Entonces, mi sobrina irrumpe en la cocina y pregunta:<br />
—Tita… ¿por qué este pintalabios no pinta pero tiembla?<br />
Al escuchar eso creo morir. Rápidamente miro a la pequeña y veo que trae en las<br />
manos el vibrador en forma de pintalabios que Eric me ha regalado. Salto de la encimera y<br />
se lo quito. Mi hermana, como está en su mundo, ni se entera. Menos mal. Me guardo el<br />
jodido pintalabios en el primer sitio que encuentro. En las bragas.<br />
—Es un pintalabios de broma, pichurrina. ¿No lo has visto?<br />
La pequeña suelta una risotada y yo me parto. Bendita inocencia. Mi hermana nos<br />
mira y mi sobrina dice:<br />
—Tita, no te olvides de la fiesta del martes.<br />
—No lo haré, cariño —murmuro, mientras le acaricio la cabeza con ternura.<br />
Mi sobrina me mira con sus ojitos castaños, tuerce la boca y dice:<br />
—He discutido otra vez con Alicia. Es tonta y no la pienso ajuntar en la vida.<br />
Alicia es la mejor amiga de mi sobrina. Pero son tan diferentes que no paran de<br />
discutir, aunque luego no pueden vivir la una sin la otra. Yo soy su intermediaria.<br />
—¿Por qué habéis discutido?<br />
Luz resopla y pone sus ojitos en blanco.<br />
—Porque le dejé una película y ella dice que es mentira —cuchichea—. Me llamó<br />
tonta y cosas peores y yo me enfadé. Pero ayer me trajo la película, me pidió perdón y yo<br />
no la perdoné.<br />
Sonrío. Mi canija y sus grandes problemas.<br />
—Luz, sabes que siempre te digo que cuando quieres a una persona hay que intentar<br />
solucionar los problemas, ¿no? ¿Tú quieres a Alicia?<br />
—Sí.<br />
—Y si te ha pedido perdón por su error, ¿por qué no la perdonas?<br />
—Porque estoy enfadada con ella.<br />
—Vale, entiendo tu enfado, pero ahora debes pensar si tu enfado es tan importante<br />
como para dejar de ser amiga de una persona a la que quieres y que encima te ha pedido<br />
disculpas. Piénsalo, ¿vale?<br />
—De acuerdo, tita. <strong>Lo</strong> pensaré.<br />
Segundos después la pequeña desaparece en el interior de mi piso.<br />
—¿Se puede saber qué te has guardado en el pantalón? —pregunta Raquel.<br />
—Ya lo he dicho. Un pintalabios de broma —río al recordar que está dentro de mis<br />
bragas.<br />
Convencida o no, acepta lo dicho y no pide más explicaciones. Eso me alegra.<br />
Media hora después, tras haber despotricado todo lo habido y por haber contra mi cuñado,<br />
mi hermana y mi sobrina se van y me dejan tranquila en casa.<br />
Miro el reloj. Las doce y cinco minutos.<br />
Entonces recuerdo que Eric me vendrá a buscar y maldigo. No pienso salir con él.<br />
<strong>Que</strong> salga con la que tuvo la cita anoche. Voy a mi habitación, cojo mi móvil y,<br />
sorprendida, me doy cuenta de que tengo un mensaje. Es de Eric.<br />
«Recuerda. A la una paso a buscarte.»<br />
Eso me enfurece.<br />
Pero ¿quién se ha creído éste que es para ocupar mi tiempo? Le respondo:<br />
«No pienso salir.»<br />
Tras enviárselo, suspiro aliviada, pero mi alivio dura poco cuando el teléfono suena<br />
y leo: «Pequeña, no me hagas enfadar».