Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
estimulándote para que sientas placer, no dolor. Confía en mí.<br />
Trago el nudo de emociones que tengo atascadas en mi garganta con la intención de<br />
decir algo.<br />
—Hoy jugaremos con los sentidos —prosigue—. Pondré esta cámara sobre aquel<br />
mueble para grabarlo todo. Así luego podremos ver juntos lo ocurrido, ¿te parece?<br />
—No me gustan las grabaciones… —consigo decir.<br />
Esboza una cautivadora sonrisa. <strong>Lo</strong>s ojos le brillan y me mira desde su altura.<br />
—Tranquila, Jud. El primer interesado en que no se vea por ahí nada de lo que tú y<br />
yo hacemos soy yo, ¿no crees?<br />
<strong>Lo</strong> pienso durante unos instantes y llego a la conclusión de que tiene razón.<br />
Él es el rico y poderoso. Quien tiene más que perder de los dos. Acepto y él deja la<br />
cámara sobre el mueble que había dicho y veo que pulsa un botón. Se acerca de nuevo<br />
hacia mí.<br />
—Te taparé los ojos con este pañuelo. ¡Tócalo!<br />
<strong>Lo</strong> obedezco sin rechistar y siento la suavidad de la tela. Seda.<br />
—<strong>Lo</strong> que vas a sentir cuando te tenga desnuda en la cama es la misma suavidad que<br />
has sentido al tocar el pañuelo.<br />
Escuchar eso me activa de nuevo. Asiento.<br />
—Me encantan tus ojos —murmuro, sin poder contenerme—. Tu mirada.<br />
Eric me mira unos segundos y, sin hacer referencia a lo que acabo de decir,<br />
prosigue:<br />
—Además de taparte los ojos, como sé que te fías de mí, te ataré las manos y las<br />
sujetaré al cabecero para que no puedas tocarme. —Cuando voy a protestar me pone un<br />
dedo en la boca y añade—: Es su castigo, señorita Flores, por haber olvidado el vibrador.<br />
Eso me hace sonreír y miro los guantes con curiosidad. Se los pone y me toca los<br />
brazos. La suavidad que siento me encanta. No noto sus dedos. Sólo noto la suavidad que<br />
aquellos guantes me proporcionan.<br />
Sin hablar, se sienta sobre la cama y me mira. Rápidamente entiendo lo que quiere y<br />
lo hago. Me desnudo. Me quito el vaquero y la camiseta. Repito la misma operación que el<br />
día anterior. Me acerco a él vestida con el sujetador y las bragas y siento cómo de nuevo<br />
apoya su frente en mi estómago y posa su boca sobre mis bragas. La sensación atiza mi<br />
clítoris y lo siento vibrar. Se quita los guantes y los deja sobre la cama. Me agarra la cintura<br />
con sus fuertes manos y me sienta a horcajadas sobre él. Me mira y susurra mientras siento<br />
su duro pene entre mis muslos y su aliento sobre mis pechos:<br />
—¿Estás preparada para jugar a lo que yo quiero?<br />
—Sí —respondo aguijoneada por el deseo.<br />
—¿De verdad?<br />
—De verdad.<br />
—¿Para lo que sea? —murmura acercándose a mi boca.<br />
Poso mis manos en su corto cabello y le masajeo la cabeza.<br />
—A todo excepto a…<br />
—Sado —puntualiza, y yo sonrío.<br />
Me desabrocha el sujetador y mis turgentes pechos quedan libres ante él. Con<br />
avidez, se los lleva a la boca. Primero uno y después otro. Me endurece los pezones con su<br />
lengua y sus dedos y eso me impulsa a gemir.<br />
—Ofréceme tus pechos —pide con voz ronca.<br />
Sentada a horcajadas sobre él, me los agarro con las manos y los acerco a su boca.