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En cuanto me libro de su camisa y se queda vestido sólo con el pantalón, mis manos<br />
vuelan al botón. <strong>Lo</strong> desabrocho y, con cuidado, bajo la cremallera. La piel de Eric arde y yo<br />
con ella. Y cuando meto mis manos bajo los calzoncillos y tengo en ellas lo que anhelo y<br />
ansío, jadeo.<br />
Eric se mueve. Su erección escapa de mis manos y vuelve a besarme.<br />
—Si me sigues tocando, no duraré ni dos segundos… ¿Sigues tomando la píldora?<br />
—Ajá…<br />
—Biennnnn.<br />
Eso me hace reír, mientras él me quita el pantalón del pijama. Luego me levanta, me<br />
pone frente a él y acerca su boca hasta mi monte de Venus y lo mordisquea por encima de<br />
mi tanga. Me quito la parte superior del pijama y Eric me observa. Mete sus dedos por la<br />
tirilla de mi tanga, me lo rompe y murmura mientras lee:<br />
—«Pídeme lo que quieras.»<br />
Eric me acaricia y me coge uno de los pechos con calidez, con mimo se lo mete en<br />
la boca y me chupa la areola. Después otorga el mismo mimo al otro pecho y me obliga a<br />
sentarme sobre sus rodillas. Durante un rato se entretiene con mis pechos, me los chupa,<br />
lame y succiona hasta que me arranca un gemido de placer.<br />
—Pequeña… te he echado tanto de menos…<br />
Se levanta conmigo en brazos y vuelve a posarme sobre la cama. Me besa los labios<br />
y comienza a bajar su lengua por mi cuerpo. Va al cuello, de allí a los pechos, sigue su<br />
recorrido por el ombligo y, cuando llega al monte de Venus, quien jadea es él.<br />
Dispuesta a disfrutar, me abro de piernas antes de que él me lo pida y su lengua<br />
rápidamente entra en mí con exigencia. Con sus dedos me separa los labios y su húmeda<br />
lengua llega hasta mi clítoris. Salto de excitación.<br />
—Oh, Eric… sí… así.<br />
Se sube sobre la cama para estar más cómodo y pone mis piernas sobre sus<br />
hombros. El saqueo a mi clítoris se intensifica y mis jadeos cada vez son más seguidos,<br />
hasta que un intensísimo orgasmo toma mi cuerpo, lo agarro de la cabeza y lo aprieto<br />
contra mí.<br />
Cuando me quedo sin fuerzas por el maravilloso orgasmo que acabo de tener, Eric<br />
se pone sobre mí, me besa. Su sabor a mi sexo es salado y me estimula mucho.<br />
—Te voy a follar, cariño.<br />
Asiento. ¡<strong>Lo</strong> estoy deseando!<br />
Se quita los pantalones, después los calzoncillos y, con una mirada lobuna que me<br />
hace jadear, sonríe. Ensombrecido por el deseo, se pone encima de mí y me acomoda mejor<br />
en la cama. Coloca la punta de su pene contra la entrada húmeda de mi vagina y, a<br />
diferencia de otras veces, la introduce poco a poco mientras me muevo mimosa. Quiero<br />
más y le doy un azote en el trasero.<br />
—¿Eso a qué se debe, pequeña?<br />
—La necesito dentro ya… la tuya es tan grande… tan placentera. Sigue…<br />
Eric sonríe y me embiste abriéndome toda la vagina de una sola estocada. Grito y<br />
jadeo. Grito y jadeo, mientras él me embiste una y otra vez y por fin me siento llena y<br />
enloquecida. Se me acelera la respiración y mi disfrute me vuelve loca. Una… dos… tres…<br />
quince veces me penetra y yo grito y me retuerzo de placer.<br />
De pronto, su ritmo disminuye.<br />
—¿Alguien te ha tocado durante estos días?<br />
Su pregunta me pilla tan de sorpresa que sólo puedo pestañear. No sé qué decirle y