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Pideme-Lo-Que-Quieras

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—Hijo —añade su madre—, sigues sin querer meter a Flyn en un colegio interno.<br />

Sabes que yo amo a ese pequeño, pero su comportamiento es…<br />

—¡Basta, mamá!<br />

—Eh, tú… listo… a mamá no la hables así —suelta Marta.<br />

Eric furioso mira a su madre y a su hermana.<br />

—Soy mayorcito para decidir por mí y por Flyn.<br />

—Perfecto —dice Marta—. Pues mueve tu culito, ve a Alemania y ocúpate de él.<br />

Porque si no, al final, seremos mamá y yo quienes decidamos qué hacer con él.<br />

Eric blasfema. ¡Iceman ha vuelto!<br />

De pronto, el buen rollo que había en la mesa se esfuma. Me quedo alucinada,<br />

viendo cómo esos tres se retan con la mirada. Al final, madre e hija se levantan de la mesa<br />

y, sin decir nada, se van. Eric, abre su móvil y lo oigo decir:<br />

—Tomás… mi madre y mi hermana van a salir del restaurante. Llévalas al hotel.<br />

Nosotros regresaremos en un taxi.<br />

Cuando cierra el móvil, me mira pero esta vez yo me adelanto:<br />

—Estoy muy cabreada contigo.<br />

Eric me mira… me mira… me mira y finalmente susurra:<br />

—Escucha, Jud. Yo, mejor que nadie, sé lo que hago. En referencia a Flyn, sé que<br />

tienen razón. He de regresar a Alemania y ocuparme de él, pero no lo voy a meter en un<br />

internado. Hannah no me lo perdonaría, ni yo tampoco. Y en referencia a mí, tranquila, soy<br />

el primero que no se quiere quedar ciego, ¿entendido?<br />

La palabra «ciego» me hace temblar.<br />

De pronto vuelvo a ser consciente de que Eric, mi amor, el hombre al que adoro,<br />

tiene una terrible enfermedad y mis angustias regresan en tromba. Mi gesto se contrae y,<br />

cuando resoplo para contener mis lágrimas, él me coge de la mano.<br />

—Tranquila, pequeña… estoy bien.<br />

Asiento, pero no hablo o de mis ojos saldrán las cataratas del Niágara.<br />

Eric me coge de la mano y tira de mí. Me levanto y me siento sobre sus piernas para<br />

abrazarlo sin importarme que la gente que hay a nuestro alrededor nos mire. Necesito<br />

sentirlo cerca. Necesito oler su aroma. Necesito tenerlo y, sobre todo, necesito hacerle saber<br />

que me tiene.<br />

Quince minutos después, cuando yo me tranquilizo, Eric paga y salimos en silencio<br />

del restaurante. Cogemos un taxi y regresamos al hotel.<br />

Una vez en la suite sigo en silencio. No tengo fuerzas ni para discutir y, cuando<br />

entramos en la habitación, Eric me coge de la mano.<br />

—Escucha, Jud…<br />

De pronto, una rabia incontrolable surge de mí y me suelto de él.<br />

—No, escúchame tú a mí, maldito cabezón. En referencia a Flyn, me parece bien<br />

todo lo que elijas, es tu sobrino y tú mejor que nadie sabes qué has de hacer con él. Pero en<br />

referencia a tu enfermedad, si me quieres y quieres que lo nuestro continúe, haz el favor de<br />

regresar con tu familia a Alemania y hacer lo que tengas que hacer. —Las lágrimas me<br />

juegan una mala pasada y comienzan a correrme por las mejillas—. No sé por qué lo estás<br />

retrasando pero, si es por mí, te aseguro que yo estaré esperándote cuando regreses,<br />

¿entendido? Tú me has concedido el título de tu novia y como tal te exijo que te cuides<br />

porque te quiero y quiero estar contigo muchos años. Si quieres, viajaré contigo. Estaré allí<br />

todo el tiempo que haga falta a tu lado. Pero, por favor, necesito saber que estás bien.<br />

Porque si a ti te ocurre algo malo… yo… yo…

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