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Pideme-Lo-Que-Quieras

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piscina mientras me visto. Se resiste pero le hago entender que es la casa de mi padre y que<br />

puede aparecer en cualquier momento. Acepta mis explicaciones y accede a mi petición.<br />

Tardo en vestirme cinco minutos. Unos vaqueros, un top y arreando.<br />

Cuando aparezco, Eric me mira.<br />

—Has recibido un par de mensajes de Fernando.<br />

Resoplo y, antes de poder responder, Eric me atrae hacia él y me besa con posesión.<br />

Sus besos me hacen entender que me ha echado tanto de menos como yo a él, y eso me<br />

gusta. Aunque aún me tiene que explicar muchas cosas. Entre besos, entramos en la cocina.<br />

Eric me sube a la mesa para continuar su reguero de besos, mientras me aprieta contra él.<br />

Calor… tengo un calor horroroso y más cuando baja su cabeza y me muerde los<br />

pechos por encima del top. El ansia viva nos puede. Nos consume y al final soy yo la que,<br />

olvidándome de dónde estoy, de mi padre y de la Virgen de Triana que preside la cocina, le<br />

abro el vaquero, meto mis manos bajo los calzoncillos y lo toco. Le exijo más.<br />

Eric, avivado por mis caricias, me desabrocha el vaquero, tira de él y me lo quita. A<br />

éste le siguen las bragas y siento el frío de la mesa sobre mis nalgas. Continúo sentada<br />

sobre la mesita y observo cómo se pone con rapidez un preservativo. Veo mi tatuaje pero él<br />

no lo ve. Está cegado por el sexo. ¡Me gusta!<br />

Me atrae hacia él. Con las respiraciones entrecortadas y el deseo instalado en la<br />

mirada, coloca su pene en la entrada de mi vagina, lo introduce unos centímetros y después<br />

me agarra del trasero y con un certero movimiento lo introduce totalmente en mi interior,<br />

mientras veo que se muerde el labio.<br />

Sí… Sí… Sí… Necesitaba sentir a Eric.<br />

Sin hablar, me coge en volandas para ponerme más a su altura y me apoya contra el<br />

frigorífico. <strong>Lo</strong> beso… me besa con desesperación y sus acometidas fuertes y profundas<br />

contra mí me hacen gritar de puro placer. Una… dos… tres… Mi cuerpo lo recibe<br />

gustoso… cuatro… cinco… seis… ¡Quiero más! De nuevo, mi carne arde, mi vagina<br />

tiembla por su posesión y yo jadeo y me corro entre sus brazos. Soy feliz. Muy feliz y no<br />

quiero pensar en nada más mientras dejo que él me tome como le gusta. Como nos gusta.<br />

Rudo, posesivo y varonil.<br />

Tras varias potentes embestidas en las que siento que me va a romper, Eric se echa<br />

hacia atrás y suelta un gruñido. Deja caer su cabeza sobre mi hombro y, durante unos<br />

minutos, los dos permanecemos apoyados en el frigorífico.<br />

—¿Qué haces aquí, Eric?<br />

—Me moría por volverte a verte.<br />

Escuchar aquello me hace cerrar los ojos. Adoro escuchar aquello pero no entiendo<br />

por qué no ha venido a verme antes. Finalmente me besa, me baja al suelo y pasamos por el<br />

baño para asearnos un poco antes de salir de la casa de mi padre entre besos y risas. Me<br />

pide que vayamos a comer a algún lado y al llegar hasta la espectacular moto que ha traído<br />

pregunto:<br />

—¿Es tuya?<br />

No responde. Se encoge de hombros y me entrega el otro casco para que me lo<br />

ponga.<br />

—¿Te dan miedo?<br />

Me pongo el casco que él me da.<br />

—Miedo no, respeto.<br />

Eric sonríe. Se monta y arranca la moto.<br />

—Agárrate a mí con fuerza. Si en algún momento tienes miedo, me lo dices, ¿de

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