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Marisa se restriega contra mí y la oigo gemir. En ese momento yo deseo más… mucho más,<br />
pero ella me quiere poseer y me frena. Vuelve a su estado inicial. A cuatro patas sobre mí.<br />
—Ahora que ya sabes lo que yo quiero de ti, permíteme que disfrute de tu cuerpo.<br />
Agarra mis pechos, junta los pezones y se introduce los dos en la boca. <strong>Lo</strong>s<br />
endurece y con la lengua juega con ellos. Cuando escucha mi jadeo, los deja.<br />
—Te voy a quitar el camisón. Cierra los ojos y entrégate.<br />
Asiento, excitada, pero antes veo que Eric y Mario entran en el dormitorio. Se<br />
sientan cada uno en un lado diferente de la cama y nos observan.<br />
Marisa me desnuda. Con sus suaves manos baja el camisón que esta enrollado en mi<br />
cintura y me lo saca por las piernas. Me pone las manos en los tobillos y las sube hasta<br />
llegar a mis muslos. A mi liguero. Con mimo, me mordisquea la parte interna de mis<br />
muslos y sube… sube hasta que lo que me mordisquea son los pechos.<br />
—Me gusta lo que veo… —susurra Eric en mi oído.<br />
Marisa prosigue su festín y, cuando los pezones no pueden estar más duros y<br />
estimulados, baja a mi cintura y se entretiene en el ombligo. Me estremezco.<br />
Su boca caliente llega hasta mi monte de Venus y se detiene. Recorre con su lengua<br />
mi tatuaje y murmura en voz alta y sugerente:<br />
—Judith, el tatuaje es muy tentador. Seguro que levanta pasiones.<br />
Miro a Eric y él sonríe. Yo sé por qué dice eso, pero me callo. No digo ni mu.<br />
Marisa levanta la vista un instante y una cascada de emociones se apoderan de mí<br />
cuando siento sus manos juguetear entre mis piernas. Estoy empapada. Húmeda. Receptiva.<br />
Me toca por encima y, sin esfuerzo, mete un dedo en mi interior mientras con la palma de la<br />
mano roza mi clítoris. Excitada, comienzo a moverme en busca de mi placer sobre su mano.<br />
—Vamos chicos… —oigo que dice—. Participad en mi juego.<br />
Mario me toca el pecho derecho y Eric lleva su boca hasta el izquierdo. Cada uno a<br />
su modo y a su manera, me estimulan y me succionan hasta que Marisa me abre las piernas<br />
y mete su cabeza entre ellas.<br />
—Ah… —jadeo mientras tres personas me tocan y me chupan.<br />
Mi ardiente sexo abierto y expuesto a las exigencias de Marisa responde y yo me<br />
arqueo complacida. Me gusta lo que me hacen. Me gusta ser su juguete. Su experta lengua<br />
se mueve dentro y fuera de mí y se detiene en mi clítoris para hacer lo que yo le hice<br />
segundos antes. <strong>Lo</strong> chupa. <strong>Lo</strong> rodea y tira de él. Me incorporo, extasiada.<br />
Calor… calor… mucho calor.<br />
Eric abandona mi pecho y busca mi boca, la encuentra y la besa. Su lengua me<br />
avasalla, excitada y posesiva, mientras los gemidos que Marisa me arranca salen una y otra<br />
vez de mis labios y lo enloquecen. Besos… mimos… palabras susurradas que deseo<br />
escuchar.<br />
—Sí, pequeña… así… entrégate y disfruta para mí.<br />
—Sólo para ti —repito entre jadeos.<br />
Durante lo que me parece una eternidad, Marisa juega entre mis piernas mientras<br />
Mario me mordisquea los pezones y Eric me besa. Hasta que noto que Mario me agarra un<br />
muslo y Eric otro. Me sientan en la cama, me abren para Marisa y me ofrecen a ella.<br />
La mujer, enloquecida por haber conseguido lo que lleva tiempo ansiando, me<br />
succiona el clítoris con maestría. Yo me retuerzo. Me agarra del culo y me aprieta sobre su<br />
boca. Me saborea de mil maneras posibles y yo me dejo hacer mientras disfruto de todo<br />
ello. Oleadas de placer intenso y caliente recorren mi cuerpo una y otra vez… una y otra<br />
vez…