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Pideme-Lo-Que-Quieras

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Asiente. Pincha de nuevo y me vuelve a ofrecer. Vuelvo a aceptarlo y entro en su<br />

juego. Pincho yo y le ofrezco a él. Ambos comemos de la mano del otro sin importarnos lo<br />

que piensen a nuestro alrededor. Acabada la mozzarella, se limpia la boca con la servilleta<br />

y me mira.<br />

—Tengo que hacerte una proposición —me dice.<br />

—Mmmm… Conociéndote, seguro que será indecente.<br />

Sonríe ante mi comentario. Me toca la punta de la nariz con su dedo y dice:<br />

—Voy a estar en España durante un tiempo y después regresaré a Alemania. Me<br />

imagino que sabrás que mi padre murió hace tres semanas… Me quiero encargar de visitar<br />

todas las delegaciones que mi empresa tiene en España. Necesito saber la situación de las<br />

mismas, ya que quiero ampliar el negocio a otros países. Hasta el momento era mi padre<br />

quien se ocupaba de todo y… bueno… ahora el mando lo llevo yo.<br />

—Siento lo de tu padre. Recuerdo haber oído…<br />

—Escucha, Jud —me interrumpe. No me deja profundizar en su vida—. Tengo<br />

varias reuniones en distintas ciudades españolas y me gustaría que me acompañaras. Sabes<br />

hablar y escribir perfectamente en alemán y necesito que, tras las reuniones, envíes varios<br />

documentos a mi sede en Alemania. El jueves tengo que estar en Barcelona y…<br />

—No puedo. Tengo mucho trabajo y…<br />

—Por tu trabajo no te preocupes. El jefe soy yo.<br />

—¿Me estás pidiendo que deje todo y te acompañe en tus viajes? —le pregunto,<br />

boquiabierta.<br />

—Sí.<br />

—¿Y por qué no se lo pides a Miguel? Él era el secretario de tu padre.<br />

—Te prefiero a ti. —Y al ver mi gesto añade—: Vendrías en calidad de secretaria.<br />

Tus vacaciones se aplazarían hasta que regresáramos y después podrías cogerlas. Y, por<br />

supuesto, tus honorarios por este viaje serán los que tú marques.<br />

—¡Ufff…! No me tientes con mis honorarios o me aprovecharé de ti.<br />

Apoya los codos sobre la mesa. Junta las manos. Deja caer la barbilla sobre ellas y<br />

murmura:<br />

—Aprovéchate de mí.<br />

El labio me tiembla.<br />

No quiero entender lo que él me está proponiendo. O al menos no quiero entenderlo<br />

como yo lo estoy entendiendo. Pero como soy incapaz de callar hasta debajo del agua, le<br />

pregunto:<br />

—¿Me vas a pagar por estar conmigo?<br />

Al decir aquello me mira fijamente y responde:<br />

—Te voy a pagar por tu trabajo, Jud. ¿Por quién me has tomado?<br />

Nerviosa, el estómago se me cierra y vuelvo a preguntar. Esta vez en un susurro,<br />

para que nadie nos oiga:<br />

—¿Y mi trabajo cuál se supone que será?<br />

Sin inmutarse, clava sus impresionantes ojos en mí y aclara:<br />

—Te lo acabo de explicar, pequeña. Serás mi secretaria. La persona que se ocupe de<br />

enviar a las oficinas centrales de Alemania todo lo que hablemos en esas reuniones.<br />

Mi mente comienza a dar vueltas pero, antes de que pueda decir nada más, me coge<br />

de la mano.<br />

—No te voy a negar que me atraes. Me excita sorprenderte y más aún oírte gemir.<br />

Pero créeme que lo que te estoy proponiendo es totalmente decente.

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