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Pideme-Lo-Que-Quieras

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41<br />

A las ocho de la tarde, Frida y yo decidimos arreglarnos. Ellos también. Nos<br />

vestimos por separado para sorprendernos y eso me gusta. Quiero sorprender a Eric. Frida<br />

se ofrece a maquillarme, algo que yo no hago muy a menudo, así que la dejo. Ella es<br />

esteticista. Me aplica una base oscura en los párpados y mil potingues más en el rostro. Y<br />

cuando me miro en el espejo mi cara de sorpresa es increíble. ¿Esa tía con esos ojazos soy<br />

yo?<br />

Frida se ríe y me anima a que nos continuemos vistiendo. Ella se ha comprado un<br />

vestido rojo, escotado y lleno de flecos, y yo uno plateado de lentejuelas y suelto hasta la<br />

cadera. Ambos llegan por la rodilla y son sexies y sugerentes. A los vestidos los acompañan<br />

unos increíbles zapatos de tacón, collares larguísimos, plumas en el pelo y, finalmente,<br />

unos guantes que sobrepasan el codo. En cuanto acabamos, nos miramos en el espejo y<br />

Frida dice divertida:<br />

—¡Oh… parecemos una verdaderas flappers!<br />

—¿Flappers? ¿Qué es eso?<br />

—Judith, en los años veinte la imagen de la mujer cambió radicalmente y se volvió<br />

más loca… más atrevida. Las flappers, o las chicas del charlestón, eran las mujeres que se<br />

vestían de manera diferente, jovial y alocada. Justo como nosotras, vamos. Listas para<br />

volver locas a los hombres.<br />

Eso me hace reír. Frida es graciosa y tiene un sentido del humor maravilloso. Una<br />

vez nos vestimos cogemos las dos boquillas de medio metro que hemos comprado y<br />

salimos al salón donde ellos nos esperan.<br />

Antes de entrar, veo a Eric y me deja sin habla. Lleva un traje blanco, una camisa<br />

negra y un gorro de la época, a lo Al Capone. Está sexy y guapísimo. Andrés va igual, pero<br />

su traje es gris y su camisa roja. Cuando siento los ojos de Eric sobre los míos sonrío. Veo<br />

que le gusta mi disfraz y, acercándose a mí, me coge de la mano y me hace dar una vuelta<br />

ante él.<br />

—Estás despampanante.<br />

—¿Te gusto?<br />

—Me encantas, tanto que creo que no te voy a dejar salir de casa.<br />

Eso me hace reír. Me alejo de él mientras muevo las caderas para que el vestido se<br />

mueva.<br />

—¡Soy una flapper! —Por su cara puedo ver que no sabe de lo que hablo y aclaro—<br />

: Una chica loca del charlestón.<br />

Eric sonríe, viene hacia mí, me coge por la cintura y mientras seguimos a Frida y<br />

Andrés hacia su coche, me murmura en el oído:<br />

—Muy bien, flapper… vayamos a pasarlo bien.<br />

A las nueve y media entramos en una preciosa mansión decorada al más puro estilo<br />

años veinte. Encantada, miro a mi alrededor y me sorprendo al ver al fondo de un enorme<br />

salón a un grupo tocando. <strong>Lo</strong>s músicos van de blanco, como en las famosas películas de<br />

gánsteres que veía cuando era pequeña.<br />

Eric me presenta a los anfitriones y éstos, encantados, alaban mi disfraz. Yo sonrío,<br />

feliz. Andrés y Frida los saludan también. Tras pasar al salón veo que la gente habla<br />

animada y que todos conocen a Eric y lo saludan. Mientras me presenta a los asistentes,<br />

estoy asombrada. Saber que es una fiesta donde todos buscan sexo me sorprende. Allí hay<br />

gente de todas las edades. Jóvenes y maduros.

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