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A las ocho de la tarde, Frida y yo decidimos arreglarnos. Ellos también. Nos<br />
vestimos por separado para sorprendernos y eso me gusta. Quiero sorprender a Eric. Frida<br />
se ofrece a maquillarme, algo que yo no hago muy a menudo, así que la dejo. Ella es<br />
esteticista. Me aplica una base oscura en los párpados y mil potingues más en el rostro. Y<br />
cuando me miro en el espejo mi cara de sorpresa es increíble. ¿Esa tía con esos ojazos soy<br />
yo?<br />
Frida se ríe y me anima a que nos continuemos vistiendo. Ella se ha comprado un<br />
vestido rojo, escotado y lleno de flecos, y yo uno plateado de lentejuelas y suelto hasta la<br />
cadera. Ambos llegan por la rodilla y son sexies y sugerentes. A los vestidos los acompañan<br />
unos increíbles zapatos de tacón, collares larguísimos, plumas en el pelo y, finalmente,<br />
unos guantes que sobrepasan el codo. En cuanto acabamos, nos miramos en el espejo y<br />
Frida dice divertida:<br />
—¡Oh… parecemos una verdaderas flappers!<br />
—¿Flappers? ¿Qué es eso?<br />
—Judith, en los años veinte la imagen de la mujer cambió radicalmente y se volvió<br />
más loca… más atrevida. Las flappers, o las chicas del charlestón, eran las mujeres que se<br />
vestían de manera diferente, jovial y alocada. Justo como nosotras, vamos. Listas para<br />
volver locas a los hombres.<br />
Eso me hace reír. Frida es graciosa y tiene un sentido del humor maravilloso. Una<br />
vez nos vestimos cogemos las dos boquillas de medio metro que hemos comprado y<br />
salimos al salón donde ellos nos esperan.<br />
Antes de entrar, veo a Eric y me deja sin habla. Lleva un traje blanco, una camisa<br />
negra y un gorro de la época, a lo Al Capone. Está sexy y guapísimo. Andrés va igual, pero<br />
su traje es gris y su camisa roja. Cuando siento los ojos de Eric sobre los míos sonrío. Veo<br />
que le gusta mi disfraz y, acercándose a mí, me coge de la mano y me hace dar una vuelta<br />
ante él.<br />
—Estás despampanante.<br />
—¿Te gusto?<br />
—Me encantas, tanto que creo que no te voy a dejar salir de casa.<br />
Eso me hace reír. Me alejo de él mientras muevo las caderas para que el vestido se<br />
mueva.<br />
—¡Soy una flapper! —Por su cara puedo ver que no sabe de lo que hablo y aclaro—<br />
: Una chica loca del charlestón.<br />
Eric sonríe, viene hacia mí, me coge por la cintura y mientras seguimos a Frida y<br />
Andrés hacia su coche, me murmura en el oído:<br />
—Muy bien, flapper… vayamos a pasarlo bien.<br />
A las nueve y media entramos en una preciosa mansión decorada al más puro estilo<br />
años veinte. Encantada, miro a mi alrededor y me sorprendo al ver al fondo de un enorme<br />
salón a un grupo tocando. <strong>Lo</strong>s músicos van de blanco, como en las famosas películas de<br />
gánsteres que veía cuando era pequeña.<br />
Eric me presenta a los anfitriones y éstos, encantados, alaban mi disfraz. Yo sonrío,<br />
feliz. Andrés y Frida los saludan también. Tras pasar al salón veo que la gente habla<br />
animada y que todos conocen a Eric y lo saludan. Mientras me presenta a los asistentes,<br />
estoy asombrada. Saber que es una fiesta donde todos buscan sexo me sorprende. Allí hay<br />
gente de todas las edades. Jóvenes y maduros.