Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
tú a la hora de decir las cosas.<br />
Ambos reímos y las pequeñas corren de nuevo hacia mí. Aquello no es un<br />
entrenamiento, es la fiesta de verano que las mamás han montado para acabar el curso.<br />
Durante hora y media hablo con ellas, abrazo a las niñas para despedirme y me hago<br />
cientos de fotos con ellas. Eric se mantiene sentado en las gradas en un segundo plano y,<br />
por su gesto, parece disfrutar del espectáculo.<br />
Las niñas me entregan un paquetito, lo abro y de él saco un balón de fútbol hecho de<br />
chuches de colores. Aplaudo tanto como ellas, ¡me encantan las chuches! Mi sobrina me<br />
mira y me señala a su amiga Alicia. Han hecho las paces y yo levanto el pulgar y le guiño<br />
el ojo. ¡Olé, mi niña! Pasados unos minutos y después de besar a todas las mamás y a mis<br />
pequeñas futbolistas, todas abandonan el gimnasio. Mi hermana y mi sobrina entre ellas.<br />
Feliz por la despedida que me han brindado, me vuelvo hacia Eric y lleno dos vasos<br />
de plástico con un poco de Coca-Cola algo calentorra mientras me acerco a él.<br />
—¿Sorprendido? —le pregunto, ofreciéndole uno de los vasos.<br />
Eric lo acepta y le da un trago.<br />
—Sí. Eres sorprendente.<br />
—Vale, vale, no sigas, que me lo voy a creer.<br />
Ambos nos reímos y nos miramos.<br />
Ninguno dice nada y el silencio nos envuelve. Finalmente cojo fuerzas y digo con<br />
sinceridad:<br />
—Eric, mi vida es lo que ves: normalidad.<br />
—<strong>Lo</strong> sé… lo sé y eso me preocupa.<br />
—¿Te preocupa? ¿Te preocupa que mi vida sea normal?<br />
Su mirada me traspasa.<br />
—Sí.<br />
—¿Por qué?<br />
—Porque mi vida no es precisamente normal.<br />
Mi cara debe de ser un poema. No lo entiendo, pero antes de que le pida<br />
explicaciones, él continúa hablando:<br />
—Jud, tu vida exige relación y compromiso. Unas palabras que para mí quedaron<br />
obsoletas hace años. Muchos años. —Me toca con su mano el óvalo de la cara y prosigue—<br />
: Me gustas, me atraes, pero no te quiero engañar. <strong>Lo</strong> que me atrae es el sexo entre<br />
nosotros. Me gusta poseerte, meterme entre tus piernas y ver tu cara cuando te corres. Pero<br />
me temo que muchos de mis juegos no van a gustarte. Y no hablo de sado, hablo sólo de<br />
sexo. Simplemente sexo.<br />
Su mirada se oscurece. Me desconcierta pero no quiero renunciar a seguir jugando.<br />
—Soy una mujer normal, sin grandes pretensiones, que trabaja para tu empresa.<br />
Tengo un padre, una hermana y una sobrina a los que adoro y, hasta ayer, un gato que era<br />
mi mejor amigo. Soy entrenadora de fútbol de un equipo de niñas y no cobro un duro por<br />
ello, pero lo hago porque me hace feliz. Tengo amigos y amigas con los que disfrutar de<br />
partidos, de vacaciones, de ir al cine o de salir a cenar. Ahora te preguntarás por qué te<br />
cuento todo esto, ¿verdad? —Eric mueve la cabeza afirmativamente—. No soy<br />
despampanante, no me gusta vestir provocativa y ni siquiera lo intento. Mis relaciones con<br />
los hombres han sido normales, nada del otro mundo. Ya sabes, chica conoce chico, se<br />
gustan y se acuestan. Pero nunca nadie ha conseguido sacar de mí la parte que tú en pocos<br />
días has sacado. Nunca pensé que el morbo me pudiera volver loca. Nunca pensé que yo<br />
pudiera estar haciendo lo que estoy haciendo contigo. Me impones y me sometes de tal