Pideme-Lo-Que-Quieras

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—No. —¿Entonces? —Tengo obligaciones que no puedo desatender y he de regresar. Su contestación es tan cortante que decido callar. ¡Me estoy pasando! Miro la copa de los árboles. Hace aire y me encanta ver cómo se mueven. Eso me relaja. Eric pone su cabeza en mi campo de visión y me besa. —Jud… —comienza a decir, mientras se separa de mí. —Tranquilo. Me he pasado. Soy una preguntona. —Jud… —Que sí… que me he enterado. Que no soy nadie para preguntar. —Jud, escúchame, por favor. Su tono de voz hace que lo mire. —Prométeme que vas a continuar con tu vida tal y como era antes de que yo irrumpiera en ella. Voy a contestar, pero él me pone la mano en la boca para continuar: —Necesito que me prometas que saldrás con tus amigos y lo pasarás bien. Incluso que volverás a quedar con el tipo ese con el que te metiste en los baños de aquel bar y con ese tal Fernando, de Jerez. Quiero que lo que ha pasado entre nosotros quede como algo que ocurrió y nada más. No quiero que le des importancia y… —Vamos a ver. —Quito con brusquedad su mano de mi boca—. ¿A qué viene ahora esto? —Viene a colación de lo que hablamos en tu casa. Al recordar la conversación, me enfurezco. Me voy a levantar del suelo, pero él se sienta a horcajadas sobre mí, me sujeta los brazos por encima de mi cabeza y me inmoviliza. —Necesito que me prometas lo que te he pedido. —Pero, Eric, yo… —¡Prométemelo! No entiendo qué pasa. No entiendo por qué quiere que le prometa lo que pide. Pero la determinación en sus ojos me hace decirle: —Vale, te lo prometo. Su gesto se relaja, baja hacia mi boca e intenta besarme. Yo retiro la cara. —¿Me acaba de hacer la cobra, señorita Flores? —Sí. —¿Por qué? —Sencillamente porque no quiero besarte. Divertido, curva sus labios. —¿En este momento para ti soy un gilipollas? —Pues sí. En toda su extensión, señor Zimmerman. Eric me suelta y se tumba a mi lado. Los dos miramos las copas de los árboles y no hablamos. Minutos después siento que me coge de la mano. La aprieta y yo la acepto. Una hora después, su móvil suena. Es Tomás. Nos espera a la salida del Retiro que está enfrente de la Puerta de Alcalá. En silencio, cogidos de la mano, caminamos por el parque hasta llegar al coche. Tomás, al vernos, nos abre la puerta y montamos. Una vez en el interior, noto la mirada pensativa de Eric. Quiero saber qué piensa. Pero no quiero
preguntar. Y cuando llegamos a mi casa, saca mi lamparita de la bolsa, me la entrega y me da un suave beso en los labios, mientras me retira el pelo de la cara. —Siempre que la mire, me acordaré de ti, pequeña —murmura. Asiento. No puedo hablar. Esto es una despedida. Si hablo, lloro y no quiero que me vea llorar. Finalmente, sonrío, él cierra la puerta y se va.
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Tras la muerte de su padre, el pres
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Para todas aquellas personas a las
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dejar de mirar lo que hacen. Entonc
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café y contesto: —¡Acabado! Los
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Veo que el hombre me mira sorprendi
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Él vuelve a dar otro paso y yo, al
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convierta en gelatina entre sus man
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—No. Como mi hermana no se conten
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—¿Sale a cenar con muchos hombre
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dulce—. Hazlo por mí y pruébalo
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ellos, ¿no crees? —No… lo sé.
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5 Al día siguiente, cuando llego a
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—Señor Zimmerman, me acaba de ll
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por la cintura para acercarme a él
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coge de las piernas y me las separa
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cabida y noto cómo mi útero se co
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No responde. Sólo me mira, desafia
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—Quiero que me penetres fuerte. Q
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8 Estoy dormida como un tronco cuan
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¿Que no lo haga enfadar? Este tío
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—Pues la música es algo maravill
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Eso me excita y me hace reír. De p
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las piernas. —Espero que dentro d
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11 Entre risas, insinuaciones y toc
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Cuando va a chuparlos se los alejo
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Su cuerpo encaja con el mío. Sient
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pared y yo me sujeto a una barra de
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—¿Te apetece que lo veamos? —p
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—Tú dijiste que sí. Recuérdalo
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Recordar cómo miraba a Lolo, un ex
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¿Por qué no puede aceptar mi resp
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14 A las siete y media de la mañan
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—En seguida, señor Zimmerman. Me
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—¿Te está entrando el nervio? V
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sin prestarme mucha atención y reg
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Necesito ese abrazo. Oigo que la pu
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16 Suena el despertador. Lo miro: l
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Page 114 and 115: salto. Me levanto. —¡Diossss! ¡
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—¿Te gustaría pasar un agradabl
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—Perfecto. —Eric sonríe y veo
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martilleo de mi corazón mientras c
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la cabeza. En ese momento, Björn m
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—Perdóname, cariño. Me he dejad
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uen merecido y… ¡Oh, Dios mío,
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43 Los maravillosos días juntos co
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mientras Eric pone la punta de su p
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Excitada por mi situación, juguete
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Asiento, deseosa de creer lo que el
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Su comentario, en especial su cara,
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la defensiva, me saca de mis casill
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En ese instante aparece Andrés por
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que se comporte como un amigo. Mi h
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47 El 27 de agosto me reincorporo a
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Atónito, asiente, aún sorprendido
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48 De: Judith Flores Fecha: 4 de se
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Para: Eric Zimmerman Asunto: Sí…
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Asiento y salimos del estudio. —N
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50 A las once obligo a Nacho a que
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En cuanto me libro de su camisa y s
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51 El sábado, el sexo, los besos y
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corazón bombea muy fuerte y apenas
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52 La semana comienza con fuerza y
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Tras la hora de comer, regreso a mi
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—Sí… lo confieso… para mí t
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mi gesto, ríe conmigo y deseoso de
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—Tú déjame a mí, ¿vale? Migue
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¿Su novia? ¿Acabo de conocer a su
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56 La madre de Eric resulta ser una
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—Hijo —añade su madre—, sigu
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57 Vivir sin Eric se me hace difíc
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De: Eric Zimmerman Fecha: 19 de oct
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58 De vuelta a la oficina, mi mundo
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—Cuando tenga los informes, me lo
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el pelo mientras desayuno con ella?
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Su mano me hace separar las piernas
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Eric me mira… me mira… me mira
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Marisa se restriega contra mí y la
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cariño? Muevo mi cabeza afirmativa
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60 A la mañana siguiente, Eric y y
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Su cara se contrae al escuchar eso,
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Calor… calor… y más calor…
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—Por favor, la que chilla es mi h
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Eric clava su mirada en ella. —Va
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—Un diamante para mi precioso dia
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64 A primeros de diciembre, la madr
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un jadeo y escucho su bronco gemido
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—Me alegra ser la primera y te as
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Estoy caliente. Muy caliente. Helga
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ecibirme. En ese instante, noto el
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—Lo sé cariño, pero regresa a M
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delante de mi cara: —Salga de mi
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—Y ahora, pedazo de imbécil, lla
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cargada de tensión y furia me info
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Pídeme lo que quieras Megan Maxwel
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