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tesitura y eso me estimula, y más cuando veo que Andrés le quita el vibrador y la penetra.<br />
Sus jadeos se convierten en gritos de placer y eso me azora todavía más. Ver a dos personas<br />
a mi lado hacer el amor es algo totalmente nuevo para mí y no puedo dejar de mirar hasta<br />
que ellos se dejan ir y sus gritos bajan de intensidad.<br />
Eric no me quita ojo. Está tan excitado como yo.<br />
—Andrés, ofréceme a Jud —dice, sorprendiéndome.<br />
Rápidamente siento que Andrés se levanta, se sienta al borde de la cama y me dice:<br />
—Ven aquí. Siéntate sobre mí.<br />
Sin saber realmente a lo que se refiere, me levanto y cuando voy a sentarme<br />
mirándolo, me da la vuelta y me hace mirar a Eric. Después me sienta sobre sus piernas y<br />
me susurra al oído:<br />
—Recuéstate sobre mí, sube tus pies a la cama y abre las piernas. Yo te sujetaré por<br />
los muslos para que Eric te penetre.<br />
Completamente excitada por el momento, hago lo que me pide mientras siento su<br />
pene en mi trasero y me abre los muslos. Eric se acerca a mí, a nosotros, se mete entre mis<br />
piernas, me agarra del culo y me mete lentamente su duro pene mientras Andrés me sujeta<br />
las piernas y me abre para él. Eric, tras varias embestidas que me hacen gemir, se queda<br />
quieto y musita:<br />
—Esto es ofrecerte a alguien. ¿Te gusta la sensación?<br />
—Sí… sí…<br />
—Pues así te ofreceré yo a otros hombres —susurra mientras me penetra—. Abriré<br />
tus muslos para darles acceso a tu interior siempre que yo quiera, ¿te parece?<br />
—Sí… sí… —jadeo enloquecida.<br />
Me besa. Me devora los labios y ambos oímos que Andrés dice:<br />
—Más tarde, quizá Eric te ofrezca y seremos Frida o yo quienes te follemos.<br />
Las palabras de Andrés me incitan mientras siento el implacable pene de Eric tan<br />
duro como una piedra en mi interior. Eric mueve las caderas y eso me hace resoplar. Noto<br />
cómo me llena por completo y comienza a moverse adelante y atrás mientras Andrés<br />
murmura:<br />
—¿Te gusta, Judith?<br />
—Sí… Oh… Dios mío.<br />
La estimulación que siento en ese instante es profunda y maravillosa mientras Eric<br />
avanza y continúa su saqueo implacable sobre mí y Andrés me ofrece. Frida nos mira y veo<br />
que se masturba con un consolador. Me muerdo los labios, jadeo, me retuerzo.<br />
—Vamos, nena… —dice Eric de repente—. Dime cómo quieres que te folle.<br />
Al ver que no respondo, Eric me da un cachete en el culo que me introduce más en<br />
él y yo balbuceo como puedo:<br />
—Rápido… fuerte.<br />
—¿Así, pequeña? —acelera y profundiza más.<br />
—Sí… sí…<br />
Mueve las caderas con vigorosidad y grito. La intensidad en sus movimientos<br />
aumenta segundo a segundo, penetración a penetración, y mi placer con él. Ardo. Estoy<br />
fuera de control. Y cuando un calor embriagador me hace soltar un gemido de placer, Eric<br />
gira las caderas y me embiste por última vez y los dos nos corremos.<br />
Tras aquel primer asalto, llegan dos más donde vuelvo a disfrutar como una loca y<br />
donde veo lo mucho que Eric goza ofreciéndome y follándome. Él me ha hecho descubrir<br />
un mundo hasta ahora desconocido para mí y sólo lo quiero disfrutar… disfrutar y disfrutar.