Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
43<br />
<strong>Lo</strong>s maravillosos días juntos continúan y lo ocurrido esa noche se acaba<br />
convirtiendo en una anécdota más. Dedicamos los días a tomar el sol, a charlar y a disfrutar<br />
de nuestra compañía. <strong>Lo</strong>s mensajes de la tal Betta siguen llegando e intento no pensar en<br />
ellos. No debo. Fernando también me manda mensajes a mí y Eric se abstiene de<br />
comentarlos.<br />
Una de las mañanas nos vamos los cuatro de excursión a Tarifa, para ver las ruinas<br />
romanas de Baelo Claudia en Bolonia. Comemos allí en un precioso restaurante y, cuando<br />
vamos a pagar, nos encontramos con Björn, el amigo de Eric y otro amigo.<br />
Nos saludan con afabilidad y juntos vamos todos a tomar un café a una terracita.<br />
Mientras tomamos café, me entero que Björn es un abogado alemán y que está de<br />
vacaciones por el sur. El otro amigo, un tal Fred, es un viticultor francés. Durante un rato<br />
charlamos de lo primero que sale, pero soy consciente de las miradas que me lanza Björn<br />
de vez en cuando. Eric también se da cuenta y se acerca a mi oído.<br />
—Björn se muere por probarte de nuevo.<br />
—¿Y no te molesta saberlo?<br />
Eric sonríe y me besa en el cuello.<br />
—No. Es un buen amigo y sé que nunca haría nada sin mi permiso. Además, estoy<br />
deseando ofrecerte a él de nuevo, si tú quieres.<br />
El calor se apodera de mi cara y me abanico, mientras Eric sonríe.<br />
—¿Calor, pequeña?<br />
—Sí.<br />
Pasea las manos por mis muslos, con posesión, y veo que Björn nos observa. Eric,<br />
que está pendiente de todo, murmura:<br />
—¿Quieres que vayamos a un hotel y te follemos?<br />
—¡Eric!<br />
—O mejor… ¿Qué tal si vamos a la playa y en el agua…?<br />
—¡Eric!<br />
—Sólo pensar en cómo abres la boca cuando jadeas ya me pone duro.<br />
Divertido, quita las manos de mis piernas. Disfruta con sus provocaciones y yo me<br />
acaloro. Me abanico y Eric sonríe.<br />
Tras los cafés, cuando nos vamos a despedir, oigo a Andrés preguntar:<br />
—Björn, Fred, ¿os apetece venir a mi casa a cenar?<br />
Aceptan inmediatamente y yo me acaloro más. Tras despedirnos de ellos y quedar a<br />
las nueve, Frida se me acerca mientras caminamos hacia el coche.<br />
—¡Uoooo…! Esta noche tenemos fiestecita privada.<br />
Durante todo el camino de vuelta, Eric no hace más que mirarme y sonreír. Y<br />
cuando llegamos a casa y nos duchamos me estimula, mientras me susurra al oído que esa<br />
noche me va a ofrecer. Tras la ducha, me pide que me vista para la cena con un vestido<br />
verde y unos zapatos de tacón que le gustan y me sugiere que no lleve ropa interior.<br />
A las nueve, llegan Fred y Björn. Siento cómo éste me mira y recorre mi cuerpo con<br />
sus ojos. Eso me inquieta, ya que sé por y para qué ha venido.<br />
Andrés nos hace la cena. Es un estupendo cocinero y los seis disfrutamos del asado<br />
de carne alrededor de la mesa. Durante la cena, Eric no me quita ojo y veo que sonríe al<br />
notar mis pezones duros como piedras marcarse bajo mi vestido. Está disfrutando de mi