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Pideme-Lo-Que-Quieras

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soporto que te metas en mi vida y…<br />

—Tengo algo que explicarte y no sé cómo hacerlo, cuchufleta.<br />

Aquel cambio en la conversación me desconcierta.<br />

—Vamos a ver, ¿otra vez estamos con que Jesús te engaña?<br />

Mi hermana se seca los ojos. Se levanta. Observa a mi sobrina desde la puerta y,<br />

acercándose de nuevo a mí, murmura:<br />

—Judith. Te he llamado mil veces para explicártelo.<br />

Asiento. He visto sus llamadas perdidas pero he pasado de ella. Me siento fatal.<br />

—Yo… yo es que no sé por dónde empezar —cuchichea—. Es todo tan… tan…<br />

Eso me pone la carne de gallina y me comienza a picar el cuello. ¿Será cierto que el<br />

atontado de mi cuñado la engaña? Convencida de que esta vez la cosa es grave, le tomo las<br />

manos.<br />

—Tan ¿qué?<br />

Mi hermana se tapa la cara con las manos y yo me quiero morir de angustia.<br />

Pobrecita. Soy peor que una bruja. La conozco y lo está pasando fatal.<br />

—Es que me da vergüenza.<br />

—Déjate de vergüenzas. Soy tu hermana.<br />

Raquel se pone como un tomate. Se lleva la mano al cuello, baja la voz y cuchichea:<br />

—Jesús y yo hablamos seriamente la semana pasada cuando vino de su viaje. —<br />

Hago un gesto de comprensión con la cabeza. Eso es un buen comienzo—. Me ha dicho<br />

que no tiene ninguna amante y que me quiere, pero…<br />

—¿Pero?<br />

—Al día siguiente de nuestra conversación, el miércoles de la semana pasada,<br />

cuando Luz se durmió cerró la puerta del salón y… y… puso una peli de esas guarras.<br />

—¿Una peli porno?<br />

—Sí. ¡Oh, Dios…! ¡Qué cosas vi!<br />

Me río. No puedo remediarlo.<br />

—Venga, Raquel, no me seas antigua. Verías a gente dale que te pego y…<br />

—… Y tríos y orgías y…<br />

—Vaya… veo que Jesusito te culturizó.<br />

Ambas soltamos una carcajada.<br />

—Reconozco que ver eso me subió la libido a mil y… bueno… —susurra—… Una<br />

cosa llevó a la otra e hicimos el amor en el salón. ¡En el suelo!<br />

—¡Vaya no me digas!<br />

—Como te lo cuento.<br />

Divertida por saber que a mi hermana hacer sexo en el suelo le parece inaudito,<br />

musito:<br />

—Bueno, ¿y qué tal?<br />

Sonríe. Se muere de la vergüenza y murmura sin mirarme:<br />

—¡Oh, Judith…! Fue como cuando éramos novios. Pasión en estado puro.<br />

La agarro de las manos y la incito a mirarme.<br />

—Eso es fantástico. ¿No es lo que querías? ¿Pasión?<br />

—Sí.<br />

—Entonces, ¿qué ocurre? ¿Por qué me miras con esa cara?<br />

—Porque en eso no termina la cosa. El sábado quise sorprenderlo yo. Hablé con la<br />

madre de Alicia y llevé a Luz a dormir a su casa. Preparé una cenita, fui a la peluquería y…<br />

y…

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