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Pideme-Lo-Que-Quieras

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Estoy caliente. Muy caliente.<br />

Helga se tumba sobre mí. Me chupa los pechos y siento aquel consolador duro entre<br />

las dos. Mi vagina se contrae. Mueve el consolador y lo restriega por la parte interna de mis<br />

muslos y yo jadeo.<br />

—Ábrete para recibirla, Jud —susurra Eric.<br />

Centímetro a centímetro, Helga mete el consolador en mi vagina y, cuando lo tiene<br />

totalmente dentro, lo saca. Disfruta con sus movimientos. Entra… sale… entra… sale y<br />

finalmente me hunde el consolador de nuevo.<br />

Me agarra por la cintura y me folla como si fuera un hombre. Dios, ¡me gusta! Me<br />

da un azote en el culo y vuelve a penetrarme. Un… dos… tres… cuatro… cinco hasta seis<br />

penetraciones seguidas y yo grito. Me arqueo enloquecida y Eric me besa.<br />

El orgasmo me llega cuando ella me sube las piernas, me coge del culo y me aprieta<br />

contra el arnés. Me sacudo enardecida. Helga se queda quieta y deja el consolador en mi<br />

interior mientras yo me relajo.<br />

Cierro los ojos, mientras mi resuello se normaliza.<br />

Helga se quita de encima de mí y Eric me besa con pasión. Busca mis labios y se<br />

deleita con ellos.<br />

—Eres preciosa… perfecta…<br />

Sonrío. Estoy aún extasiada y Eric, al verme los labios resecos, se levanta y llena<br />

varias copas de champán. Le da una Helga y me ofrece otra a mí.<br />

—Bebe… te refrescará.<br />

Sedienta, me siento en la cama, me bebo la copa entera de champán y mi garganta<br />

agradece la frescura. Dejo la copa y voy al baño. Necesito refrescarme. Eric me sigue, se<br />

mete conmigo en la enorme ducha y murmura mientras el agua cae sobre nosotros:<br />

—Ahora te vamos a follar los dos.<br />

—¿<strong>Lo</strong>s dos?<br />

Me observa con su ardiente mirada desde su altura.<br />

—Sí<br />

—Eric…<br />

—Tranquila… pequeña… tu culito ya está preparado. Helga se pondrá un arnés con<br />

un consolador más pequeño e ira dilatando poco a poco tu precioso trasero. Ese consolador<br />

se irá agrandando si Helga bombea sobre ti. Ella me allanará el camino. No te dolerá y yo<br />

tomaré luego su lugar.<br />

—Eric…<br />

—¿Tienes miedo?<br />

—Sí…<br />

—¿Confías en mí?<br />

El agua cae entre los dos y murmuro:<br />

—Siempre, ya lo sabes.<br />

Sonríe y me da un dulce beso en los labios.<br />

—Me gusta saberlo.<br />

Un espasmo me recorre el cuerpo. Eric cierra el agua y me seca con la toalla.<br />

—Todo irá bien. Te prometo que cuando te penetremos los dos lo disfrutarás.<br />

Asiento y regresamos a la habitación. Allí veo a Helga sentada en una silla con una<br />

copa de champán en la mano. Miro su arnés. Esta vez es rojo y el consolador que cuelga es<br />

mucho más fino y pequeño. No se acerca a nosotros. Sólo nos observa.<br />

Nada más llegar a la cama, Eric se sube en ella y se sienta en el centro, me guiña un

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