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de la piscina y Eric y Andrés se hacen unos largos.<br />
Cuando los chicos llegan hasta nosotras, Andrés coge a su mujer de un pie y la<br />
arrastra hacia la piscina. Ella protesta pero, dos segundos después, ríe a carcajadas. Eric<br />
divertido se acerca a mí, me coge en brazos y me sienta a horcajadas sobre él.<br />
El agua nos llega hasta la cintura y pronto sus manos se meten por debajo de la<br />
braga de mi biquini y me comienza a tocar. Asustada por aquello, lo miro con reproche y él<br />
ríe.<br />
—¡Eric! —le regaño—. No hagas eso. Nos pueden ver.<br />
Su contestación es un tórrido beso que rápidamente consigue calentarme el alma y<br />
la vida. Su boca y sus manos ya me tienen en el punto de partida que él siempre quiere y,<br />
cuando se separa de mí, murmura mientras señala con la vista:<br />
—Tranquila, pequeña. Ni Andrés ni Frida van a asustarse.<br />
Curiosa, miro hacia donde él señala y veo que la otra pareja se besa<br />
apasionadamente. Incluso veo que Andrés le desabrocha el biquini a Frida y éste queda<br />
flotando sobre la piscina. Rápidamente miro a Eric en busca de una contestación.<br />
—Sí, morenita… a ellos también les gusta el morbo.<br />
Comienzo a temblar, y no es de frío, cuando siento que los otros dos se acercan a<br />
nosotros. Frida está juguetona y sale de la piscina. Se sienta en el borde junto a nosotros<br />
con los pechos húmedos y resbaladizos mientras Andrés se pone detrás de mí y posa sus<br />
manos sobre mi cintura. Eric, al ver cómo lo miro, mueve la cabeza y Andrés me suelta en<br />
seguida, sale de la piscina y, tras besar a su mujer, ambos desaparecen en el interior del<br />
chalet.<br />
Estoy nerviosa. ¡Histérica!<br />
No sé dónde meterme, pero siento que mi vagina se lubrica y se deshace por dentro.<br />
Eric, al notarme tensa, se levanta de la ancha escalera y, sin soltarme, se mete<br />
conmigo hacia el interior de la piscina. Me agarro a él con desesperación.<br />
—Tranquila, pequeña. Conmigo nunca harás nada que tú no quieras.<br />
Boqueo como un pez. Me falta el aire y consigo susurrar:<br />
—Ellos… ¿juegan a los mismos juegos que tú?<br />
—Sí.<br />
—¿Y…?<br />
—Jud, te tiene que quedar claro lo que te dije hace poco. El sexo es sólo sexo. Frida<br />
y Andrés son una pareja muy sólida que tienen claro qué es lo que les gusta en el plano<br />
sexual. Hemos ido en varias ocasiones juntos a club de intercambio de parejas y allí han<br />
disfrutado de tríos y orgías y, cuando han regresado a su casa, han continuado siendo ellos<br />
mismos. Andrés y Frida. Una pareja.<br />
—¿Tú has… has estado con ellos?<br />
—Sí. Nosotros dos para ella. A mí los hombres no me van —bromea y sonrío—.<br />
Escucha, Jud, debes entender que tanto Frida, como Andrés y como yo tenemos las ideas<br />
claras y sabemos diferenciar entre el sexo y los sentimientos. A los tres nos gusta disfrutar<br />
del morbo del juego pero, una vez acaba, nos respetamos como personas. Por cierto, la<br />
fiesta a la que estamos invitados mañana es…<br />
—Una fiesta donde todo el mundo juega, ¿verdad?<br />
Eric asiente.<br />
—Si tú no quieres, no tenemos por qué ir.<br />
Durante un rato, los dos permanecemos callados hasta que me lleva hasta la<br />
escalera, me toma de las manos y me dice: