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¿Por qué no puede aceptar mi respuesta?<br />
Estoy tentada de escribirle un e-mail poniéndolo a caer de un burro, pero me niego.<br />
Dar más explicaciones a alguien para quien soy sólo sexo no merece la pena.<br />
Enfadada, cierro el portátil y decido poner una lavadora.<br />
Al sacar la ropa sucia del cesto me encuentro con las bragas rotas que Eric me<br />
arrancó. Cierro los ojos y suspiro. Recordar lo que hicimos en mi habitación me pone<br />
cardíaca.<br />
Abro los ojos, me levanto y camino hacia mi dormitorio. Rodeo la cama y abro el<br />
cajón. Ante mí se encuentran los regalos que él me hizo: los vibradores. <strong>Lo</strong>s miro durante<br />
unos segundos y cierro el cajón con fuerza. Regreso hasta la lavadora. La abro y comienzo<br />
a meter la ropa. Echo el detergente, el suavizante y la programo.<br />
La lavadora comienza a funcionar y diez minutos después sigo mirando cómo el<br />
tambor de la ropa da vueltas tan rápidamente como mi cabeza. Mi respiración se acelera y<br />
grito de frustración:<br />
—Te odio, Eric Zimmerman.<br />
Mis pies se dan la vuelta y me dirijo de nuevo hasta mi habitación. Vuelvo a abrir el<br />
cajón y me quedo mirando el vibrador con mando a distancia que él usó conmigo.<br />
Mi entrepierna me pide a gritos jugar.<br />
¡Me niego!<br />
Hasta yo misma utilizo la palabra «jugar». Finalmente e incapaz de quitarme a Eric<br />
de la cabeza y menos de mi entrepierna, me deshago de los pantalones, las bragas y me<br />
siento en la cama con el vibrador en la mano.<br />
Toco la ruleta, lo pongo al 1 y la vibración comienza.<br />
Después al 2, al 3, al 4 y el máximo es el 5.<br />
Muevo el vibrador en mi mano mientras mi vagina y, en especial, mi clítoris gritan<br />
porque sea allí donde lo mueva. Me tumbo en la cama. Apago el vibrador y lo paseo por<br />
mis labios vaginales. Me sorprendo de lo húmeda que estoy. ¡Eric!<br />
El pequeño vibrador se resbala por mis labios. Estoy húmeda y abierta. Lista para<br />
recibirlo. <strong>Lo</strong> pongo al 1. La vibración comienza y cierro los ojos. Subo la potencia al 2.<br />
Con mis dedos me abro los labios vaginales y dejo que me masajee la zona que está junto al<br />
clítoris. Un calor irresistible se apodera de mí y comienzo a jadear. Retiro el vibrador y<br />
junto las rodillas. Fuego. Pero quiero más. ¡Eric!<br />
Separo de nuevo las piernas. Enciendo el vibrador al 3 y lo pongo sobre la zona<br />
donde el placer quería explotar. Pienso en Eric. En sus ojos. En su boca. En cómo me toca.<br />
Vuelvo a cerrar los ojos y pienso en el vídeo que vi. Me excita recordar su cara, su gesto,<br />
mientras aquella mujer me poseía. Volver a pensar en lo que sentí la tarde anterior me<br />
acelera la respiración. Aquello ha sido lo más morboso que me ha ocurrido en la vida. Yo,<br />
abierta de piernas en una cama, mientras una desconocida tomaba de mí lo que quería, yo<br />
se lo ofrecía y él miraba. ¡Eric!<br />
Estoy caliente. Muy caliente. Pongo el vibrador al 4. El calor se hace insoportable.<br />
El ansia viva por correrme comienza a aflorar en mi interior. El ardor me sube a la cara<br />
mientras siento que voy a explotar y mi cabeza imagina todo tipo de juegos con él. ¡Eric!<br />
Me arqueo en la cama. El clímax me llega mientras oigo mis propios ronroneos.<br />
Combustión. Jadeo aliviada y me convulsiono sobre la cama. Abro los ojos, mientras el<br />
acaloramiento se apodera de mí, y siento cómo el pequeño vibrador empapa mis dedos.<br />
Cierro las piernas con fuerza y me dejo llevar por el momento. Mientras, siento miles de<br />
sensaciones nuevas y todas maravillosas. Calor. Excitación. Fervor. Entusiasmo. Sólo falta