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Pideme-Lo-Que-Quieras

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42<br />

Tres días después, seguimos en Zahara de los Atunes y nos animan a que nos<br />

quedemos más tiempo en el chalet. Al final aceptamos encantados. Eric recibe varias<br />

llamadas y mensajes de una tal Marta y cada vez me tengo que morder más la lengua para<br />

no saltar: «¿Quién es esa mujer que llama tanto?».<br />

Al cuarto día, Frida y yo decidimos bajar una noche a Zahara para tomar unas<br />

copas. <strong>Lo</strong>s chicos juegan al ajedrez y prefieren quedarse en el chalet tranquilamente.<br />

Llegamos a un pub llamado «lacosita». Allí nos pedimos unos cubatas y nos<br />

sentamos a charlar en la barra. Hablar con Frida es fácil. Ella es divertida, charlatana y<br />

encantadora.<br />

—¿Llevas mucho tiempo casada con Andrés?<br />

—Ocho años. Y cada día estoy más contenta de haberlo atropellado.<br />

—¿Cómo?<br />

Frida se carcajea y me aclara:<br />

—<strong>Lo</strong> conocí porque lo atropellé con el coche.<br />

Eso me hace reír.<br />

—Cuéntamelo ahora mismo —le exijo—. Quiero saberlo todo.<br />

Frida da un trago a su bebida y comienza a relatármelo:<br />

—Ambos íbamos a la facultad de medicina en Núremberg. Y el primer día que llevé<br />

mi coche a la facultad, cuando fui a aparcar, no lo vi y lo atropellé. Por suerte, no le hice<br />

nada salvo algún moratón al caer y poco más. Eso sí… fue un flechazo en toda regla y, a<br />

partir de ese día, no nos hemos separado.<br />

Ambas reímos y vuelvo a preguntar:<br />

—Oye, y el tema de los juegos, ¿quién fue el que lo propuso?<br />

—Yo.<br />

—¿Tú?<br />

Ella asiente.<br />

—Tenías que haber visto su cara la primera vez que le hablé de ello. Se negó en<br />

redondo. Pero un día lo invité a una de las fiestas donde yo solía juntarme con gente que<br />

jugaba, le presenté a Eric y, bueno… a partir de ese día ¡le gustó!<br />

—¡¿Eric?!<br />

—Sí. Él y yo somos amigos de toda la vida y nos movíamos por el mismo círculo.<br />

Algo que, como habrás visto, continuamos haciendo. Por cierto, creo que ya sabes que fui<br />

yo la que ese día en el hotel…<br />

—Sí… me lo dijo Eric.<br />

—Para mí fue un placer complaceros a los dos.<br />

Al recordar algo, pregunto:<br />

—Oye… ¿tú fuiste a la rueda que organizó Björn la otra noche?<br />

—Sí —ríe Frida—. Me encantan ese tipo de juegos y a Andrés lo vuelven loco.<br />

—¿Y no te da cosa?<br />

—¿Cosa? —se sorprende—. ¿Por qué?<br />

—No sé… ¿No te parece denigrante estar allí para satisfacer los deseos de los<br />

hombres? Vosotras os desnudáis. Vosotras sois las entregadas. Vosotras sois las que… pues<br />

eso.<br />

Frida suelta una carcajada y se retira el flequillo de la cara.

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