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51<br />
El sábado, el sexo, los besos y las caricias priman en todo momento. Cada vez que<br />
intentamos hablar para profundizar en nuestra relación acabamos desnudos y jadeando. Eric<br />
es mi vicio y me doy cuenta de que yo soy el suyo. Estar juntos sin tocarnos se nos hace<br />
imposible y, como los dos nos deseamos, nos dejamos llevar por la lujuria y el desenfreno.<br />
El domingo, más de lo mismo, pero tras hacer entre los dos la cama Eric dice:<br />
—Jud… Tengo una conversación pendiente contigo, ¿lo recuerdas?<br />
—Sí.<br />
El susto se apodera de mí. De pronto me asusta saber qué es aquello que me tiene<br />
que explicar.<br />
—Es importante que lo hablemos, te lo debo.<br />
—¿Me lo debes? —pregunto sorprendida.<br />
—Sí, cariño…<br />
Me olvido totalmente del sexo y me centro en él. Su mirada vuelve a ser inquieta.<br />
Sus ojos me esquivan y eso me perturba. Eric se sienta a mi lado, a los pies de la cama.<br />
—Escucha, hay algo que debes saber y que no te he dicho hasta ahora. Pero quiero<br />
que sepas que si no te lo he dicho es porque…<br />
—¡Dios mío! ¿No estarás casado?<br />
—No.<br />
—¿Te vas a casar con Betta? ¿Con Marta?<br />
Sorprendido por mis preguntas y por el tono chirriante de mi voz vuelve a<br />
responder:<br />
—No, cariño. No es nada de eso.<br />
Suspiro aliviada. No hubiera podido soportar una noticia así.<br />
—¿Y quiénes son?<br />
Eric asiente y suspira resignado.<br />
—Betta es la mujer con la que compartí mi vida durante dos años y con la que acabé<br />
la relación hace un tiempo —asiento y él continúa—: Nuestra relación se acabó el día que<br />
la encontré en la cama con mi padre. Ese día decidí finalizar mi relación con los dos.<br />
Espero que, sin necesidad de explicarte nada más, entiendas por qué no quiero nunca hablar<br />
de mi maravilloso progenitor.<br />
Mi cara se descompone al escuchar eso. Nunca me hubiera esperado una historia<br />
así.<br />
—Ella nunca ha querido aceptar esa ruptura e intenta acercarse a mí continuamente.<br />
Me ha pedido perdón de todas las maneras que te puedas imaginar y, aunque me ha<br />
costado, la he perdonado, pero no quiero nada más con ella. De ahí el motivo de los<br />
mensajes y su insistencia. Aquel día en la playa, cuando me enfadé y me volví al chalet sin<br />
dejar que me acompañaras, mi enfado venía porque ella me dijo en un mensaje que estaba<br />
en la puerta del chalet de Andrés y Frida. No quería que regresaras conmigo de la playa<br />
porque te quería evitar la desagradable escena que ella me iba a montar. Sólo intenté que tú<br />
no lo presenciaras. Pero tampoco fui sincero contigo y no te lo dije. Intenté evitarme un<br />
problema pero, con mi reacción, lo agravé.<br />
—Me lo tenías que haber dicho. Yo…<br />
Durante unos segundos, Eric me observa, me pone un dedo en los labios para que<br />
calle y pasa su mano por el óvalo de mi cara.<br />
—Eres preciosa, Jud… Sólo te quiero a ti.