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Maternidad y Sexo Estudio Psicoanalitico y - Comunitarios.cl

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amor que su madre demostraba a su primer hijo varón, fantaseaba<br />

con tareas varoniles y una madre ideal que le perteneciera<br />

únicamente a ella. Expresaba su envidia del pene también<br />

en forma directa. Con sentimiento de culpa recordó en<br />

su análisis haber manejado rudamente a su hermanito, cuando<br />

tenía que cambiarle los pañales, o tocarle el pene.<br />

A los diez años oyó que su madre decía a una vecina:<br />

"No sé por qué llaman a los hijos un regalo del cielo. Para mí<br />

son una maldición". En esta época Silvia empezó a preocuparse<br />

conscientemente por la vida sexual.<br />

Como compartía el dormitorio con sus padres, tenía frecuentemente<br />

oportunidad de observarlos en sus relaciones<br />

genitales. Se forjó un concepto cruel y angustiante del coito,<br />

embarazo y parto. Su fijación oral la llevaba a imaginarse que<br />

la mujer se embarazaba por comer algo del pene del hombre.<br />

En esa época la madre quedó embarazada. Silvia oscilaba<br />

entre dos posiciones opuestas: a veces quería ser varón;<br />

su envidia del pene, órgano que según sus teorías infantiles<br />

era un indicio de haber sido bien alimentado por la madre y<br />

una garantía de seguir siéndolo en el futuro, fomentaba este<br />

deseo. Otras veces envidiaba a su madre el embarazo, consecuencia,<br />

como creía, de que ésta se había alimentado de<br />

algo que su padre le había dado.<br />

Es decir, tanto su envidia del pene como del embarazo<br />

eran, en el fondo, consecuencias de sus frustraciones orales.<br />

Silvia tenía fantasías hostiles contra su madre embarazada.<br />

Esperaba que su vientre abultado estallaría, que su madre<br />

moriría y ella se quedaría con el niño.<br />

Nació otro varón. Por sus sentimientos de culpa y por rivalidad<br />

con su madre, lo cuidaba muy bien. Desgraciadamente,<br />

al año y medio el niño murió en un accidente. La madre<br />

reaccionó con una depresión aguda, que sólo superó por otro<br />

embarazo. Silvia, una vez más, se sintió culpable. En su aná-<br />

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lisis recordó angustiada haber sentido alivio, al par que tristeza,<br />

por la muerte de su hermano, al pensar que ahora había<br />

uno menos en casa para alimentar. Reprimió estos pensamientos<br />

y se convirtió en una niña buena, triste y sumisa.<br />

Sobrevino su pubertad. Su menstruación era normal. Pero<br />

sus instintos recién despertados luchaban contra su sumisión<br />

a la rigidez moral y la tristeza del ambiente familiar. Se<br />

enamoró de un muchacho cristiano e insistió frente a sus familiares<br />

en estudiar y seguir una carrera universitaria. Así intentaba<br />

escapar de su casa, tan pobre y tan triste. Además,<br />

por sus estudios quería realizar sus fantasías de éxito de tipo<br />

masculino, susceptible de lograr el cariño de una madre ideal.<br />

Su familia se opuso.<br />

Sus hermanas, que habían tenido que trabajar inmediatamente<br />

de terminar la escuela, le reprocharon su egoísmo.<br />

Silvia siguió luchando y venció la resistencia familiar. Pero<br />

se castigó y se sometió interiormente al juicio de su familia,<br />

reduciendo a un mínimo su alimento. De esa época data su<br />

delgadez y su falta de apetito. Además, intentó reprimir su<br />

pasión prohibida por su novio cristiano. Empezó a menstruar<br />

irregularmente, hasta que, a los dos años de la menarquía, se<br />

estableció una amenorrea completa. Pero no logró vencer del<br />

todo sus instintos. Sólo cuando se entregó a su amigo su remordimiento<br />

fue tan grande que pudo renunciar a sus deseos.<br />

Rompió con él, y durante los años siguientes se dedicó únicamente<br />

al estudio, sin tener ningún trato con sus compañeros<br />

varones.<br />

Más tarde se casó con un hombre del agrado de sus padres.<br />

Al principio de su matrimonio siguió con su labor profesional.<br />

Pero poco a poco se volvió cada vez más débil y enfermiza,<br />

convirtiendo inconscientemente a su marido en una<br />

madre cariñosa, que la cuidaba y alimentaba como si ella fuera<br />

una niña pequeña. Logró en esta forma lo que había conseguido<br />

en su infancia. Pero sus viejos deseos de tener un<br />

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