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Maternidad y Sexo Estudio Psicoanalitico y - Comunitarios.cl

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su madre, A. N. enfermó de una peritonitis y tuvo que someterse<br />

a una intervención quirúrgica.<br />

A. N. se acordaba en su análisis cómo había celado a su<br />

padre el lugar al lado de su madre en la cama matrimonial.<br />

Además, lo quería poco. El padre ocupaba un lugar más bien<br />

secundario en la vida familiar. A. N. había desplazado sus<br />

afectos, que primitivamente dirigía hacia su padre, sobre su<br />

hermano mayor. Le gustaba jugar con él y sus compañeros a<br />

juegos masculinos. Nunca se sintió realmente femenina.<br />

El análisis pudo a<strong>cl</strong>arar cómo A.<br />

N. inconscientemente experimentó y elaboró los acontecimientos<br />

de su infancia. Puso de manifiesto que su brusco<br />

destete la había frustrado mucho, intensificando por eso su<br />

envidia oral. Reaccionó con hostilidad hacia la madre embarazada.<br />

En ocasión del segundo embarazo y parto de su madre<br />

revivió un año más tarde la misma situación. El psicoanálisis<br />

de Silvia, la enferma de la doctora Jacobson, demostró<br />

que con motivo del nacimiento de hermanos arones ella había<br />

transformado su primitiva envidia oral, es decir, envidia porque<br />

su madre les daba el pecho, en envidia del pene. Lo<br />

mismo le ocurrió a A. N. Mientras su madre estaba embarazada,<br />

la odiaba fantaseando con destruir el feto dentro de<br />

ella. Cuando su hermano nació y la madre lo amamantaba,<br />

ella lo odiaba y lo envidiaba porque su madre le daba el pecho,<br />

desplazando después esa envidia sobre su pene. Más<br />

tarde oscilaba entre intentos de identificarse con sus hermanos,<br />

envidiándoles su sexo, o de reprimir su rivalidad, mostrándoles<br />

mucho amor. Cuando se sentía abandonada por su<br />

madre, que se dedicaba a los hermanos menores, intentó<br />

abandonarla por su parte e in<strong>cl</strong>inarse cariñosamente hacia su<br />

padre, pero su indiferencia no le permitió lograr una buena<br />

vinculación con él.<br />

Empezó entonces a reprimir sus sentimientos por él,<br />

despreciándolo y despreciando la vida genital de sus padres.<br />

271<br />

Volvió a su madre frustradora y agresiva, a la cual en lo futuro<br />

se someterá humildemente. No logró identificarse con ella,<br />

dudando de si podría ser mujer todavía, de si su madre no la<br />

habría castigado destruyendo su femineidad por sus deseos<br />

hostiles contra ella embarazada. Por dudar de su femineidad<br />

intacta, y por su temor a la venganza de su madre, se afirmó<br />

más en su posición viril, reforzando su envidia al pene; que<br />

ésta era secundaria y ella anhelaba en el fondo ser mujer, se<br />

puso de manifiesto por su tipo de reacción frente a la menarquía,<br />

reacción que por otra parte ya conocemos en otras enfermas<br />

(Ana y Berta). Relató en su análisis que la menarquía<br />

no la asustó porque su mamá ya le había explicado antes que<br />

eso iba a ocurrir. Además, la aparición de la menarquía la<br />

alegró porque significaba que ella era ya igual a su mamá, a<br />

la mucama y a las demás mujeres. Es decir, cuando comprendió<br />

que su madre la había perdonado, autorizándola a<br />

ser mujer, y que su capacidad procreativa estaba intacta,<br />

aceptó su femineidad con alivio y alegría.<br />

Pero esta situación cambió fundamentalmente cuando<br />

su madre quedó de nuevo encinta. Cuando enfermó como<br />

consecuencia de intentos infructuosos de abortar, A. N. sintióse<br />

llena de angustia y sentimientos de culpa. Para su inconsciente,<br />

esta enfermedad significaba la realización tardía<br />

de sus malos pensamientos de antaño. Ea como si su madre<br />

hubiera intentado abortar y se hubiera dañado por habérselo<br />

ella deseado en la infancia, al odiarla por sus embarazos. El<br />

haber visto la hemorragia de su madre cuando empezaron los<br />

dolores del parto, su internación, y la noticia de que el niño<br />

había nacido por una cesárea, intensificaron su sentimiento<br />

de culpa y su temor de ser mujer. Se castigó con la peritonitis<br />

para tener, también ella, que sufrir una operación abdominal.<br />

Era la mejor forma para ella de aminorar su culpa. Se había<br />

sentido responsable de la cesárea de su madre, ahora le pasaba<br />

lo mismo, ahora también a ella le abrían el vientre. En el<br />

postoperatorio, su madre tuvo que aplicarle enemas calientes<br />

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