Maternidad y Sexo Estudio Psicoanalitico y - Comunitarios.cl
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capítulo II). Además, este cambio teórico sobre la femineidad<br />
encontró su fundamento biológico en los progresos de la investigación<br />
endocrinológica ulterior. Pues, aunque parezca<br />
ilógico, sólo después de esta revisión de conceptos se llegó a<br />
comprender que la menstruación puede significar una manifestación<br />
placentera e inherente a la femineidad. Es cierto<br />
que la menstruación significa, en cada ocasión, la pérdida de<br />
una esperanza de maternidad; pero simboliza simultáneamente<br />
para la mujer su juventud y su fecundidad, su capacidad<br />
de regeneración continua y la promesa de una nueva maternidad.<br />
Ya mencioné otra causa que me obliga a detenerme tanto<br />
en el tema de la menstruación: la menarquía marca un paso<br />
importantísimo en la vida de la mujer. La niña revive en la<br />
pubertad simultáneamente todos sus conflictos infantiles y entra<br />
en los correspondientes a la madurez sexual. En los casos<br />
en que ni la menarquía ni las primeras menstruaciones hayan<br />
significado un trauma para el inconsciente de la niña, se puede<br />
tener la seguridad de que ha tenido una infancia satisfactoria.<br />
Además, esta aceptación representaría ya casi una garantía<br />
para la salud psicosomática posterior de la mujer. Por<br />
otra parte, si la menarquía presenta conflictos, estos mismos<br />
podrán reproducirse en cada etapa de su vida procreativa.<br />
Unas veces se manifestarían en el plano psicológico, otras en<br />
el somático, y otras alternativamente en ambos. El caso que<br />
expondré a continuación servirá de ilustración. También veremos<br />
en él cómo la menarquía, aunque conscientemente parezca<br />
tener poco efecto sobre la niña, inconscientemente es<br />
experimentada en otra forma y desencadena síntomas que la<br />
misma enferma no relaciona con ella.<br />
Isabel, joven e inteligente, casada desde hace algún<br />
tiempo, se trasladó del extranjero a Buenos Aires. Acudió al<br />
psicoanalista con fines profesionales. Aparte de otros síntomas,<br />
presentaba una fobia (2) a las cucarachas. Ésta se in-<br />
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tensificó en Buenos Aires, y ella supuso que su causa consistiría<br />
en que aquí estos insectos abundaban más que en su<br />
país natal.<br />
La fobia había aparecido cuando Isabel tenía trece años,<br />
después de haberse mudado a una nueva casa en que abundaban<br />
las cucarachas. También anteriormente las había visto<br />
a veces, pero sin experimentar ningún sentimiento especial<br />
frente a ellas. Conscientemente le extrañaba su fobia, porque<br />
de chica siempre le habían gustado los insectos. Recordaba<br />
que su hermano le había regalado un saltón cuando ella tenía<br />
cuatro años. Lo quería mucho y lo guardaba en la cocina,<br />
hasta un día en que su abuela materna, intencionalmente, lo<br />
aplastó.<br />
La relación de la niña con su abuela era muy tensa. Ésta<br />
tenía adoración por su nieto, el hermano de la niña, y le celaba<br />
el cariño y la dedicación que éste tenía a Isabel. Siempre<br />
le prohibía jugar con el hermano. Asociaba, pues, su asco a<br />
las cucarachas al episodio del saltón, más porque la abuela lo<br />
había aplastado, y porque lo que menos pudo tolerar más<br />
tarde era la vista de cucarachas aplastadas.<br />
Sin embargo, no comprendía por qué asociaba lo del<br />
saltón con la fobia, que había aparecido sólo a los trece años,<br />
y frente a otro insecto.<br />
Cuando niña sus padres le decían siempre que ella no<br />
debería casarse: su madre no la consideraba lo bastante bonita<br />
ni sana, y su padre opinaba que era demasiado inteligente<br />
para una vida corriente de mujer. En realidad, era muy<br />
agradable, aunque tal vez no tan linda como su hermana mayor.<br />
Su padre quería que se dedicara a una carrera universitaria<br />
sin que ningún amorío la distrajera de ello. Además, se<br />
enfurecía si la sorprendía cosiendo o cocinando, ya que estas<br />
ocupaciones le parecían tiempo perdido. A pesar de la oposición<br />
de sus padres Isabel se casó, pero nunca se hubiera<br />
animado a tener hijos en su país natal, donde vivían sus pa-<br />
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