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Maternidad y Sexo Estudio Psicoanalitico y - Comunitarios.cl

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lidad. Pero, como vimos en el caso de Berta, la misma homosexualidad<br />

no es generalmente el problema de fondo, sino<br />

que sirve para ocultar la convicción más angustiante de la<br />

mujer, de estar destruida como tal. Pude observar <strong>cl</strong>aramente<br />

en una psicótica cómo la preocupación por su menstruación,<br />

símbolo de su femineidad intacta o dañada, fue sustituida por<br />

una idea delirante homosexual. Padecía de una esquizofrenia<br />

hipocondríaca. Durante mucho tiempo su preocupación hipocondríaca<br />

se concentró sobre su amenorrea relativa. Se sentía<br />

angustiada si llegaba a parecerle que la menstruación no<br />

duraba bastantes días o no era bien abundante. Temía estar<br />

gravemente enferma y sentía que algo dentro de ella no andaba<br />

bien. Pero este síntoma persistió solamente mientras no<br />

se resignó a una posición homosexual, luchando todavía por<br />

conservar su femineidad. Tuvo un sueño en el cual, siendo un<br />

hombre, realizó el coito con su madre. Cuando, poco después,<br />

creyó sentir que dentro de sus genitales le crecía un<br />

pene, y que se estaba transformando en varón, perdió todo<br />

interés por la menstruación. Así, pues, su preocupación por la<br />

regla expresaba su lucha contra la percepción de que algo<br />

dentro de ella, algo de su femineidad, estaba mal. Renunció a<br />

su femineidad destruida porque encontraba en la idea delirante<br />

de su transformación en hombre una salida psicótica para<br />

sus angustias. Ahora podía perdonar a su madre y retenerla<br />

como objeto, porque ya no era una mujer destruida sino un<br />

varón. En esta enferma se trataba de una preocupación psicótica;<br />

pero, en general, la preocupación hipocondríaca por<br />

su menstruación, que se observa en menor escala con tanta<br />

frecuencia en mujeres neuróticas, proviene de un temor de<br />

estar dañadas en su femineidad.<br />

Además, la menstruación -la primera y las siguientes-<br />

puede servir para satisfacer tendencias agresivas dirigidas a<br />

la madre. En estos casos la matriz misma, por ser el órgano<br />

ejecutivo de la maternidad, es identificada con ella, más aún<br />

cuanto que la matriz es lo primero que conocemos de nuestra<br />

155<br />

madre. En castellano existe una relación filológica muy <strong>cl</strong>ara<br />

entre las palabras madre y matriz. En alemán esta relación es<br />

aún más evidente ("Mutter" = madre, "Geb)ren" = parir,<br />

"Geb)rmutter" = matriz).<br />

Tuve ocasión de observar este mecanismo en una paciente<br />

homosexual que había quedado fijada a su madre a<br />

causa de una frustración oral intensa.<br />

Describió en su análisis el placer sádico que sentía al<br />

observar su sangre menstrual corriendo por sus muslos. Se<br />

acordaba haber sentido una excitación intensa cuando leyó<br />

en una novela la descripción de cómo corría la sangre menstrual<br />

de una campesina sobre sus piernas desnudas, manchando<br />

el suelo. Para ella, la matriz era su propia madre, que<br />

sangraba y sufría durante la menstruación. Las madres de las<br />

tribus primitivas perciben la agresividad de la hija púber que<br />

menstrúa. Winterstein (l. c.) explica que en muchas tribus la<br />

madre o un sustituto de ésta ejecutan la parte más cruel de<br />

los ritos de iniciación de las púberes para vengarse y defenderse<br />

inconscientemente de los impulsos incestuosos y sádicos<br />

de sus hijas.<br />

Resumamos todo esto. La niña normal aceptará con placer<br />

y orgullo su menarquía, pese a cierto sentimiento de extrañeza<br />

y ansiedad, porque verá en ella el inicio de su madurez<br />

femenina y la promesa de su futura maternidad.<br />

La niña neurótica, en cambio, que se siente despreciada<br />

por ser mujer, rechazará la menarquía por vivirla como una<br />

castración o por interpretarla como castigo, como una consecuencia<br />

del daño que se haya causado en actos masturbatorios.<br />

Hemos visto esta segunda situación en Teresita, que<br />

rehusaba su femineidad por considerarla como la causa de la<br />

falta de amor de su madre. También vimos en su caso cómo<br />

la pérdida de sangre menstrual puede hacer revivir angustias<br />

pasadas en relación con una incontinencia de orina. En otros<br />

casos se equipara también con la pérdida de materia fecal.<br />

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