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Maternidad y Sexo Estudio Psicoanalitico y - Comunitarios.cl

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casos, desencadenar estados patológicos. Las causas de la<br />

angustia son inconscientes, y desconocidas por los legos.<br />

Tratan de explicarlas y acusan de todos los daños a la ignorancia<br />

sexual. Pretenden evitar trastornos dando explicaciones<br />

adecuadas a la niña púber y a la novia, y enseñando al<br />

novio, en forma bastante ingenua, cómo debe proceder. Con<br />

eso no quiero decir que los libros del tipo de "El matrimonio<br />

perfecto" no tengan cierta utilidad. Lo sexual en nuestra sociedad<br />

está prohibido. Esta prohibición causa inhibiciones que<br />

se traducen en una conducta sexual torpe y artificial. Un libro<br />

serio sobre el tema, escrito por una figura paternal, independientemente<br />

de lo que enseñe sobre anatomía y sexología,<br />

calma angustias: porque, exponiendo como natural lo que era<br />

hasta entonces prohibido, disminuye sentimientos de culpa y<br />

autoriza a los novios a proceder con más libertad. Pero la necesidad<br />

misma de esta enseñanza es otro índice del carácter<br />

antiinstintivo de nuestra cultura. Por otra parte corremos el<br />

riesgo de convertir a través de estas "enseñanzas amorosas"<br />

lo que antes era el gran acontecimiento en la vida de la pareja,<br />

en un examen lleno de angustia especialmente para el<br />

hombre.<br />

Mientras que él carga actualmente casi con toda la responsabilidad,<br />

la ansiedad consciente de la mujer ha disminuido<br />

mucho, desde que la virginidad ha dejado de ser tan apreciada<br />

y exigida por las normas sociales; los temores conscientes,<br />

las experiencias muy dolorosas y los cuentos de desfloraciones<br />

seguidas de grandes hemorragias prácticamente<br />

han desaparecido.<br />

En apariencia la mujer virgen, pues, ya no tiene miedo y<br />

sus posibles conflictos con la vida sexual suelen manifestarse<br />

sólo cuando ella la haya iniciado. Existen, sin embargo, bastantes<br />

casos, conocidos únicamente por el ginecólogo, el psiquiatra<br />

o el psicoanalista, de parejas en apariencia bien constituidas,<br />

en las cuales un temor aparentemente invencible de<br />

163<br />

la joven esposa o compañera impide la desfloración y su iniciación<br />

en la vida sexual completa de la mujer adulta.<br />

Observamos en estos casos que persiste en el inconsciente<br />

de la mujer un concepto sado-masoquista de la relación<br />

sexual, con mucha mayor intensidad de lo que ocurre corrientemente.<br />

Pero, ¿de dónde proviene este concepto? La relación<br />

sexual implica pasividad para la mujer. Si una niña tiene oportunidad<br />

de observar el coito entre los padres o aun entre animales,<br />

tiene la impresión de una pelea en la cual la mujer llevara<br />

la peor parte.<br />

El hombre está encima de ella y penetra en ella con movimientos<br />

bruscos.<br />

Es como si la castigara. Esta representación infantil del<br />

coito muy a menudo no es rectificada más tarde, sino sigue<br />

obrando desde el inconsciente.<br />

Por eso las jóvenes tienen sueños angustiantes en los<br />

cuales se ven perseguidas por ladrones con armas de fuego.<br />

Por eso en el simbolismo onírico el pene es representado<br />

como un cuchillo u otra herramienta cortante.<br />

¿Significa todo eso que la aceptación placentera del coito<br />

y más adelante el parto por parte de la mujer implica masoquismo<br />

o aceptación gozosa del dolor? Freud, (2) equiparando<br />

pasividad con masoquismo femenino, lo ve así. Helene<br />

Deutsch (l. c.) escribe que la mujer considera sus fines sexuales<br />

como peligros para su yo, por el carácter masoquístico de<br />

su sexualidad.<br />

Sin embargo, creo que el problema permite también un<br />

enfoque totalmente distinto. Cuando hablé de los dolores de<br />

la menstruación, pude demostrar que éstos dependen en alto<br />

grado tanto de las normas de cada sociedad, como de la disposición<br />

psicológica de cada mujer frente a aquélla. Encontramos<br />

la misma "ecuación personal y social" en lo que con-<br />

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