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Maternidad y Sexo Estudio Psicoanalitico y - Comunitarios.cl

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Pero si aceptamos una paciente de acuerdo con este<br />

diagnóstico, podemos encontrarnos con la desagradable sorpresa<br />

de que la curación de la frigidez resulte sumamente<br />

larga y difícil, porque lo que parecía un síntoma histérico resulta<br />

ser la expresión de un profundo conflicto y trastorno de<br />

la personalidad.<br />

Veamos ahora el segundo interrogante planteado. Es<br />

cierto que actualmente y en determinados círculos no encontramos<br />

oposición a nuestro criterio de que la frigidez sea una<br />

neurosis y de que la mujer sana sea capaz de gozar sexualmente.<br />

Más aún, como ya dije, en ciertos ambientes se exige<br />

actualmente capacidad orgástica a la mujer y ella la exige y<br />

se siente culpable frente a sí misma y a su compañero cuando<br />

no logra el orgasmo. A menudo esconde su incapacidad<br />

como una tara, fingiendo su logro frente a él.<br />

Pero unas cuantas décadas atrás se consideraba todavía<br />

que la esposa buena y decente no siente orgasmo ni debería<br />

sentirlo. Mientras que podía sentir agrado en las caricias,<br />

excitación en un beso fogoso y cierto placer maternal<br />

durante el coito, el orgasmo era triste privilegio de las "locas",<br />

de las Mesalinas y de las mujeres histéricas. Y, lo que parece<br />

más extraño, no era un criterio únicamente sostenido por<br />

hombres, sino que la mayoría de las mujeres lo compartía.<br />

Parece, pues, que para comprender todo el problema<br />

debemos tomar en cuenta, aparte de los factores individuales,<br />

también los antropológicos.<br />

Recurramos otra vez a Margaret Mead. Dice en "Male<br />

and Fermale" (véase Ind. Bibl.) que la capacidad de la mujer<br />

para alcanzar el orgasmo es considerada en forma distinta<br />

según las sociedades. A través de todas sus investigaciones<br />

llega a la con<strong>cl</strong>usión de que el orgasmo constituye una potencialidad<br />

femenina que puede o no ser desarrollada individualmente<br />

o por toda una sociedad. Es decir que, al parecer,<br />

así como hay actualmente en nuestra sociedad mujeres frígi-<br />

189<br />

das, hay también sociedades frígidas. Es cierto que en estas<br />

sociedades se encuentran también algunas mujeres capaces<br />

de goce sexual, pero éstas son las inadaptadas, sufren por su<br />

inadaptación y su ambiente las considera "neuróticas". Por<br />

otra parte, existen sociedades que esperan de la mujer que<br />

sienta igual placer que el hombre. En éstas, la mujer fría es la<br />

excepción neurótica.<br />

Entre los Arapesh (1) tanto hombres como mujeres tienen<br />

un comportamiento sumamente suave y maternal. El niño<br />

es tratado con mucho cuidado y cariño. Se lo amamanta bien<br />

y durante largo tiempo. Pues bien, en esta sociedad se supone<br />

que la mujer no siente ningún orgasmo. Es cierto que el<br />

coito le es placentero y la deja con una sensación agradable<br />

de calor, pero ella no aprecia mayormente la potencia de su<br />

marido ni insiste en llevar una vida sexual intensa. Margaret<br />

Mead nos describe la historia trágica de una joven, Amitoa,<br />

que era muy distinta de las demás mujeres Arapesh.<br />

Era una mujer fuerte y activa. Insatisfecha de su marido,<br />

de constitución enfermiza y poca potencia, le reprochó abiertamente<br />

el no satisfacer sus necesidades sexuales. Lo abandonó,<br />

en búsqueda de otros hombres. Fracasó en este intento,<br />

y los parientes de su marido la llevaron de nuevo a su casa<br />

por la fuerza. Quedó embarazada e intentó matar a la criatura<br />

recién nacida. Se lo impidieron y la obligaron a amamantar<br />

a su hija. Cuando dio a luz por segunda vez, nadie estaba<br />

presente. Aprovechó la oportunidad para aplastar con el pie la<br />

cabeza del recién nacido. Amitoa era, evidentemente, una inadaptada.<br />

Pero en sus exigencias eróticas ligadas al rechazo<br />

molesto de la maternidad se comportaba en la misma forma<br />

que muchas mujeres de nuestra o de otras sociedades.<br />

Ya describí la vida en Samoa (2).<br />

Ahí el niño se cría en grandes comunidades familiares.<br />

Aparte de su madre, muchas mujeres más alimentan y cuidan<br />

al lactante y educan al niño pequeño. Se quiere a los niños,<br />

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