Maternidad y Sexo Estudio Psicoanalitico y - Comunitarios.cl
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Pero leyendo atentamente la descripción que Kardiner<br />
da de la vida sexual de las naturales de las Marquesas, me<br />
aparece hallar también en este terreno cierto parecido con<br />
nuestra situación. La mujer de las Marquesas, en su promiscuidad,<br />
su insaciabilidad y sus complicados juegos sexuales,<br />
recuerda a cierto tipo de mujer de nuestra sociedad, frígida y<br />
desinteresada en la maternidad, que, impulsada por su frigidez<br />
e insatisfacción psicológica, va continuamente de un<br />
hombre a otro y les exige complicadas técnicas sexuales para<br />
lograr su satisfacción.<br />
Supongo, pues, que en la sociedad de las islas Marquesas,<br />
que rechaza la maternidad, existe, a pesar de la apariencia<br />
de gran apetito sexual de la mujer, por lo menos tanta frigidez<br />
vaginal como en la nuestra. Lo mismo, evidentemente,<br />
es aplicable a la salvaje y orgullosa sociedad de Mundugumor.<br />
La situación en Samoa es algo distinta. Ahí el niño es<br />
bien recibido y tratado. Pero aparte de su propia madre muchas<br />
otras mujeres se ocupan de él con cariñosa indiferencia.<br />
Es interesante ver cómo se repite esta situación en el adolescente<br />
cuando empieza su vida sexual. Tanto hombres como<br />
mujeres se tratan cariñosamente, pero obran como si desconociesen<br />
el amor individual. Las mujeres sienten placer sexual,<br />
pero no se puede deducir de lo expuesto por Margaret<br />
Mead si logran un orgasmo vaginal.<br />
Finalmente, la situación entre los Arapesh se parece a la<br />
que existía todavía a principio del siglo Xx en nuestra sociedad.<br />
La mujer estimada es buena madre y buena esposa. Pero<br />
no precisa de vida sexual y en el coito no siente nada más<br />
que un calor agradable y simpatía por su compañero.<br />
La mujer de grandes necesidades eróticas, como Amitoa,<br />
es para ellos una loca que se lanza activamente a la<br />
búsqueda del hombre y del placer sexual y que rechaza la<br />
maternidad y descuida sus deberes.<br />
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Temo haber llegado a un resultado harto contradictorio<br />
en la presente investigación antropológica. Parecería que la<br />
niña educada cariñosamente por su madre será más tarde<br />
buena madre a su vez, pero sin interés por lo sexual, mientras<br />
que la niña a quien su propia madre no le dé todo el cariño<br />
y cuidado necesario y, más todavía, la niña criada en forma<br />
ruda y desamorada, más tarde buscará ávidamente la sexualidad<br />
y encontrará satisfacción en ella.<br />
Antes de intentar la a<strong>cl</strong>aración de estos hechos aparentemente<br />
contradictorios, volvamos a nuestro planteo anterior:<br />
que en nuestra sociedad actual la frigidez se considera como<br />
una neurosis. Creo que la mujer frígida sufre por serlo y que<br />
su frigidez se manifiesta como inhibición también en otras actividades,<br />
alejadas del plano sexual. Pero si consideramos la<br />
frigidez como una neurosis, debemos estudiar qué factores la<br />
provocan. Entonces podremos comprender también mejor los<br />
datos antropológicos expuestos.<br />
Freud, en "El tabú de la virginidad" (l. c.), interpreta la frigidez<br />
como hostilidad contra el compañero sexual, hostilidad<br />
que puede estar basada en la envidia del pene y un rechazo<br />
de la propia femineidad. Esto se manifiesta más intensamente<br />
frente al primer compañero sexual, porque la mujer le reprocha<br />
haberla privado del himen y haberla obligado a aceptar<br />
un papel pasivo. La afirmación de Freud puede ilustrarse con<br />
material <strong>cl</strong>ínico abundante. Pero la pregunta de por qué la<br />
mujer quiere ser varón y desempeñar un papel activo queda<br />
sin respuesta. En todo caso, si siente ese deseo, es lógico<br />
que sea frígida y hostil al hombre, que desempeña el papel<br />
anhelado por ella.<br />
En estos casos la excitación de la mujer se limita al <strong>cl</strong>ítoris,<br />
que filogenéticamente representa un rudimento del pene;<br />
no logra erotizar su vagina.<br />
Freud lo explica por el desarrollo sexual de la niña que,<br />
según él, carece de sensaciones vaginales, mientras que co-<br />
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