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Maternidad y Sexo Estudio Psicoanalitico y - Comunitarios.cl

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festejo alegre de su madurez sexual, por parte de la comunidad.<br />

Ella se ve constituida en el centro del interés, aceptada y<br />

aconsejada por su femineidad recientemente adquirida.<br />

En nuestra sociedad ocurre todo lo contrario. La primera<br />

menstruación es un acontecimiento vergonzoso, del cual no<br />

se debe hablar. Helene Deutsch (l. c.) destaca que muchas<br />

madres hablan con sus hijas con más facilidad sobre la concepción<br />

que sobre el período, y que así las niñas ven reforzado<br />

su propio sentimiento de culpa y vergüenza por esa actitud<br />

idéntica de su madre. Sin embargo muchas niñas sienten,<br />

como sus hermanas primitivas, que su menarquía debiera ser<br />

festejada, y se ven defraudadas por la actitud de indiferencia<br />

o de rechazo del ambiente. Marv Cahdwick (l. c.) describe la<br />

reacción de una niña frente a su primera menstruación en esta<br />

forma: Su primer sentimiento frente a la indisposición fue<br />

negativo. Pero cuando le explicaron que este síntoma tan inquietante<br />

para ella era un indicio de su femineidad, experimentó<br />

un gran alivio. Súbitamente comprendía muchos misterios<br />

que antes la habían atormentado. Después entró en un<br />

estado de excitación. Sintió el deseo y la esperanza de ser<br />

festejada. Ella tendría derecho a ser el centro de una gran<br />

fiesta. Finalmente, todo le pareció sucio. Comprendió que ya<br />

podía casarse y dar a luz, que se había vuelto adulta en pocos<br />

minutos. Deseaba que su madre comunicara a su padre<br />

que tenía otra hija adulta más.<br />

Como no ocurrió nada de lo esperado, volvió a la monotonía<br />

de su vida escolar.<br />

Simone de Beauvoir (véase Ind. Bibl.) trae ejemplos de<br />

la reacción de la niña frente a la menarquía tomados de "Jeunesse<br />

et sexualit\", de Liepmann. Transcribo dos, en los cuales<br />

encontramos otra vez la alegría de la niña frente a su madurez,<br />

que a menudo choca con la incomprensión materna.<br />

"El momento en que me vi indispuesta me precipité, radiante<br />

de alegría, al dormitorio de mi mamá, despertándola con el<br />

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grito de triunfo: /¡Lo tengo, mamá!/ /¿Y por eso me despiertas?/,<br />

me dijo como única respuesta. A pesar de todo, yo había<br />

considerado eso como un verdadero acontecimiento en<br />

mi existencia".<br />

Cuenta otra niña: "Ya sabía qué significaba todo eso.<br />

Hasta esperaba la cosa con impaciencia, pensando que entonces<br />

mi madre me explicaría cómo se fabrican los niños.<br />

Llegó el día famoso, pero mi mamá se calló la boca.<br />

A pesar de eso estaba muy contenta.<br />

Ahora -me decía a mí mismo- tú también podrás tener<br />

hijos. Ya eres una dama".<br />

También las niñas de antes sentían así. En el "Diario de<br />

una adolescente", de autora anónima (véase Ind. Bibl.), la<br />

protagonista espera con ansiedad la manifestación de su madurez.<br />

Se aflige porque su mejor amiga se ha desarrollado<br />

antes que ella, se siente inferior y abandonada. Reproduzco<br />

algunas anotaciones de la niña: "5 de enero: ¡Importantísimo!<br />

¡Hella lo tiene desde anoche! Ayer no fue al colegio porque ya<br />

sentía horriblemente descompuesta. Su mamá ya temía que<br />

tendría otra apendicitis. ¡En lugar de eso! Tiene un aspecto<br />

tan sufrido e interesante que yo me quedé toda la tarde con<br />

ella".<br />

"2 de julio: Dios mío, hoy me vino... no, no lo puedo escribir.<br />

Era a mitad de la <strong>cl</strong>ase de física. Debíamos ponernos<br />

de pie porque llegó la señorita A., y en cuanto me puse de<br />

pie, pensé: Pero... ¿qué será esto? E inmediatamente me di<br />

cuenta: ¡Ah! Durante el recreo Hella me preguntó por qué me<br />

había puesto tan colorada durante la <strong>cl</strong>ase, si estaba comiendo<br />

caramelos. No quise decirle en seguida la verdad, por eso<br />

respondí: /No, casi me había dormido de aburrimiento y por<br />

eso me asusté cuando entró la señorita A./ En el camino a<br />

casa ni hablaba nada y caminaba muy despacio (dicen que<br />

no hay que caminar ligero si se tiene...). Entonces Hella me<br />

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