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Maternidad y Sexo Estudio Psicoanalitico y - Comunitarios.cl

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La identificación con la madre buena, que alimenta bien,<br />

es, pues, tanto en mujeres normales como en neuróticas, el<br />

fundamento mismo de una buena lactancia y de un destete<br />

adecuado.<br />

Pero debido a la persistencia de deseos infantiles en el<br />

inconsciente, la madre buena que alimenta bien debe ser<br />

asexual. Por sentimientos de culpa por haber atacado en fantasías<br />

pretéritas la unión sexual de los padres y por identificación<br />

con los celos del hijo, hay mujeres que entregan bien sus<br />

pechos, pero pierden, después del parto, sus deseos sexuales<br />

y su capacidad orgástica. Hay otras que niegan sus senos<br />

al hijo, por considerarlos únicamente su atractivo sexual. Ambas<br />

disocian maternidad y sexo, para ambas la madre es santa<br />

y asexual. La misma necesidad está en la base del culto a<br />

la virgen, cuya imagen, con el niño en brazos, ha sido durante<br />

muchos siglos el símbolo máximo de la maternidad para el<br />

hombre occidental. El mismo conflicto lleva al protagonista de<br />

la "Sonata a Kreutzder", de Tolstoy, a exigir a los esposos<br />

abstinencia sexual durante la época del amamantamiento.<br />

También algunos ginecólogos la re<strong>cl</strong>aman. En muchas sociedades<br />

primitivas existe el tabú de la vida sexual durante la<br />

lactancia. La creencia de que la mujer es estéril en esta época<br />

no se apoya únicamente en la observación de que su capacidad<br />

de concebir está disminuida biológicamente, sino que<br />

corresponde al deseo inconsciente de su asexualidad. Este<br />

deseo proviene de nuestra infancia más remota, cuando pertenecíamos<br />

ex<strong>cl</strong>usivamente a nuestra madre y creíamos que<br />

ella también nos pertenecía: cuando todavía no habíamos reconocido<br />

a nuestro padre como objeto de amor, pero tampoco<br />

como rival. Paulatinamente, nuestro conocimiento de la<br />

realidad nos arrojó del paraíso. Pero en nosotros, ya adultos,<br />

sigue persistiendo el deseo de mantener la antigua ilusión de<br />

nuestra niñez.<br />

361<br />

Resumiremos lo visto: la mujer que alimenta a su hijo está<br />

reviviendo inconscientemente su propia lactancia.<br />

Si ésta fue feliz, gozará en repetir la misma experiencia<br />

satisfactoria con su propio niño. Si fue muy conflictual y angustiosa,<br />

puede ocurrir que viejos recuerdos, al resurgir en su<br />

inconsciente, obstaculicen la lactancia y hasta la impidan del<br />

todo, desapareciendo la secreción láctea. Pero puede ocurrir<br />

también lo contrario: que la mujer logre sobreponerse a sus<br />

viejos conflictos y halle en la lactancia un medio adecuado<br />

para superar frustraciones pasadas y olvidar antiguos resentimientos<br />

y reivindicaciones, al identificarse con su hijo satisfecho<br />

y con una madre ideal.<br />

362

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